https://ficrol.com/posts/44641 — Prev. con [Thomas]

Escuchar a Thomas hablando con angustia acerca de tópicos que para él son tan cotidianos como la muerte y la oscuridad no le da ninguna pista acerca del porqué se siente incómodo. Hasta que prontamente su mente hace clic.

Thomas es un hermoso dragón blanco con el don de sanar, desconoce si ello estará necesariamente en el extremo opuesto de la muerte, pero está claro que la luz que porta está totalmente lejos de la oscuridad. Estos son detalles que podrían explicar perfectamente la incomodidad de Thomas, algo que se toma con seriedad.

— Es tu elemento opuesto —piensa en voz alta, mostrándose ceñudo.

La gran caverna donde se encuentran tiene dos entradas, aquella discreta abertura que conduce al túnel por el que han entrado, y una grieta enorme y accidentada del otro lado, como una herida en la roca, que debe ser donde yacía dormido el Balrog.

— Khan debió estar sellado ahí —dice, señalando a la última mencionada con un gesto de la cabeza—. Si quieres, puedes adelantarte. Estamos buscando un objeto que luce como una esfera de cristal del tamaño de un balón de fútbol, más o menos —explica—. Necesitaré un momento aquí.

Ya sea que Thomas le acompañe o decida adelantarse, debe soltarle la mano para continuar con lo suyo. Desea darse prisa para acortar la tortura de su amante, pero se niega a irse sin hacer lo que está por comenzar.

Con la mano derecha exhibe el amuleto que cuelga de su cuello, el símbolo de Wolos, dejándolo por encima del abrigo. Luego, retrocede dos pasos y cierra los ojos, mientras murmura y repite algunas palabras en eslavo antiguo haciendo que brillen las gemas rojas que son los ojos del felino en la empuñadura de su bastón mágico. Así, sostiene el canto en murmullos, cabizbajo y concentrado, por un momento durante el que pareciera que no pasa nada, pero para quien sepa ver notará que tiemblan las sombras en la penumbra de la estancia, se sacuden delicadamente como la llama de una vela por detrás de las rocas, la maquinaria destruida y los escombros carbonizados.

Cuando Tolek vuelve a abrir los ojos, se lleva la mano al bolsillo del abrigo de donde saca tres botellitas redondas tan pequeñas, que caben apenas en su palma, aunque el mismo bolsillo no pareciera tener nada dentro anteriormente. Una por una lanza la botellitas al que parece el centro del lugar donde, al estallar, liberan su contenido líquido claro y cristalino que se mueve como si estuviera vivo al dar forma a un pequeño arbusto. Sus hojas verdes y sus pequeñas flores parecen resistir desafiando la falta de luz solar mientras las sombras reptan, con prisas, acercándose atraídas desde todos los rincones adoptando formas humanoides. Cada una toma una flor con su mano y en ese preciso instante la sombra, que no es otra cosa más que un alma atrapada, es absorbida por la rama del arbusto y enviada al inframundo de Wolos a través de las raíces.

El ritual no dura más de cinco minutos. Todas las almas fueron absorbidas poco antes y así, justo a tiempo, la resistencia del arbusto se acaba y se marchita dejando nada más que un esqueleto de ramas secas y huecas.

Tolek vuelve a ocultarse el colgante bajo el abrigo antes de disponerse a acompañar a Thomas.
https://ficrol.com/posts/44641 — Prev. con [Thomas] Escuchar a Thomas hablando con angustia acerca de tópicos que para él son tan cotidianos como la muerte y la oscuridad no le da ninguna pista acerca del porqué se siente incómodo. Hasta que prontamente su mente hace clic. Thomas es un hermoso dragón blanco con el don de sanar, desconoce si ello estará necesariamente en el extremo opuesto de la muerte, pero está claro que la luz que porta está totalmente lejos de la oscuridad. Estos son detalles que podrían explicar perfectamente la incomodidad de Thomas, algo que se toma con seriedad. — Es tu elemento opuesto —piensa en voz alta, mostrándose ceñudo. La gran caverna donde se encuentran tiene dos entradas, aquella discreta abertura que conduce al túnel por el que han entrado, y una grieta enorme y accidentada del otro lado, como una herida en la roca, que debe ser donde yacía dormido el Balrog. — Khan debió estar sellado ahí —dice, señalando a la última mencionada con un gesto de la cabeza—. Si quieres, puedes adelantarte. Estamos buscando un objeto que luce como una esfera de cristal del tamaño de un balón de fútbol, más o menos —explica—. Necesitaré un momento aquí. Ya sea que Thomas le acompañe o decida adelantarse, debe soltarle la mano para continuar con lo suyo. Desea darse prisa para acortar la tortura de su amante, pero se niega a irse sin hacer lo que está por comenzar. Con la mano derecha exhibe el amuleto que cuelga de su cuello, el símbolo de Wolos, dejándolo por encima del abrigo. Luego, retrocede dos pasos y cierra los ojos, mientras murmura y repite algunas palabras en eslavo antiguo haciendo que brillen las gemas rojas que son los ojos del felino en la empuñadura de su bastón mágico. Así, sostiene el canto en murmullos, cabizbajo y concentrado, por un momento durante el que pareciera que no pasa nada, pero para quien sepa ver notará que tiemblan las sombras en la penumbra de la estancia, se sacuden delicadamente como la llama de una vela por detrás de las rocas, la maquinaria destruida y los escombros carbonizados. Cuando Tolek vuelve a abrir los ojos, se lleva la mano al bolsillo del abrigo de donde saca tres botellitas redondas tan pequeñas, que caben apenas en su palma, aunque el mismo bolsillo no pareciera tener nada dentro anteriormente. Una por una lanza la botellitas al que parece el centro del lugar donde, al estallar, liberan su contenido líquido claro y cristalino que se mueve como si estuviera vivo al dar forma a un pequeño arbusto. Sus hojas verdes y sus pequeñas flores parecen resistir desafiando la falta de luz solar mientras las sombras reptan, con prisas, acercándose atraídas desde todos los rincones adoptando formas humanoides. Cada una toma una flor con su mano y en ese preciso instante la sombra, que no es otra cosa más que un alma atrapada, es absorbida por la rama del arbusto y enviada al inframundo de Wolos a través de las raíces. El ritual no dura más de cinco minutos. Todas las almas fueron absorbidas poco antes y así, justo a tiempo, la resistencia del arbusto se acaba y se marchita dejando nada más que un esqueleto de ramas secas y huecas. Tolek vuelve a ocultarse el colgante bajo el abrigo antes de disponerse a acompañar a Thomas.
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