ㅤㅤㅤㅤSTARTER WITH [ifeltlxstintime]
ㅤㅤㅤㅤㅤthe one with the date . . .
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La película había sido previsible justo como pensó que transcurriría. Tras cinco horas en aquel lugar de rodaje, unos tres coches esperaron a las afueras del lugar donde había cientos de cámaras queriendo captar la salida de los supe y, si había suerte, conocer qué era lo que había ocurrido en esas paredes con algún adelanto. Y, por supuesto, la pareja estrella había tenido que fingir con unas tontas entrevistas en las que Ben aprovechó para divertirse y soltar comentarios picantes que solo provocaron un color carmesí en las mejillas de la pelirroja. Seguía teniendo poder, desde luego. Y todo eso desembocaba en tener a la prensa contenta y gritando por ellos.
Rodeó la espalda de la mujer para atraerla a él y caminar hacia el coche principal. Podrían ir separados como ocurrió a la ida, pero había demasiada gente como para dar que hablar con tonterías de esas. A pesar de que no lo fueran. El resto del grupo se repartió entre el segundo y tercer vehículo hasta la torre de Vought.
Una vez en su habitación, Ben se quitó toda prenda hasta quedar desnudo y volvió a darse una ducha de agua fría. En parte para limpiarse de todas las escenas rodadas, incluso de las más íntimas. Y, por otro lado, para refrescar su mente y anatomía. Cuando terminó, acudió hacia la pequeña mesita móvil que siempre llenaban con algo de comida y agarró unas cuantas golosinas para ir comiéndolas mientras miraba el calendario que estaba justo al lado. Mañana tenía tres entrevistas. Pasado mañana, un acto benéfico con el grupo. Y no quería seguir leyendo esas idioteces. Y entremedias habría seguramente algún caso que los mantendría ocupado por el resto del día.
Se echó en la cama y se permitió olvidarse por unas horas de todo lo que rondaba a su alrededor. Esa noche podría quizá invitar alguna chica y tal vez… oh.
Abrió sus ojos al caer en la cuenta de esa invitación que le hizo aquella mañana a la menor y frunció el ceño mientras se movía por la habitación, aunque todo lo que tuvo que hacer fue pulsar un tonto botón cobrizo a juego con el águila de su traje y escudo, pues tenía la forma de la cabeza. En menos de cinco minutos, apareció un hombre trajeado. Uno distinto al de aquella mañana. Quizá había fallecido de tanto nerviosismo. Como fuera, poco le importaba.
—Quiero que contactes con la chica castaña del bar… —Entrecerró sus ojos porque no era como si se acordara del nombre.
—Ese que salvé ayer. Bueno, es una de las camareras. Para dentro de media hora. Una hora. —Se corrigió porque ya pudo sentir el nerviosismo de la chica al enterarse de que esa misma noche iba a tener una cita con Soldier Boy y había sido avisada con tan poco tiempo de antelación.
—La recogerás en el coche y el resto no te importa. Ya te daré la dirección a donde quiero ir. —Movió su mano como señal de que podía marcharse de allí porque no pretendía que se quedara por más tiempo con él. Después, se giró sobre sí y acudió a su inmenso vestidor para buscar algo que fuera correcto para esa tonta ocasión. Aunque su idea casi parecía ser llevar el traje para no complicarse.
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La película había sido previsible justo como pensó que transcurriría. Tras cinco horas en aquel lugar de rodaje, unos tres coches esperaron a las afueras del lugar donde había cientos de cámaras queriendo captar la salida de los supe y, si había suerte, conocer qué era lo que había ocurrido en esas paredes con algún adelanto. Y, por supuesto, la pareja estrella había tenido que fingir con unas tontas entrevistas en las que Ben aprovechó para divertirse y soltar comentarios picantes que solo provocaron un color carmesí en las mejillas de la pelirroja. Seguía teniendo poder, desde luego. Y todo eso desembocaba en tener a la prensa contenta y gritando por ellos.
Rodeó la espalda de la mujer para atraerla a él y caminar hacia el coche principal. Podrían ir separados como ocurrió a la ida, pero había demasiada gente como para dar que hablar con tonterías de esas. A pesar de que no lo fueran. El resto del grupo se repartió entre el segundo y tercer vehículo hasta la torre de Vought.
Una vez en su habitación, Ben se quitó toda prenda hasta quedar desnudo y volvió a darse una ducha de agua fría. En parte para limpiarse de todas las escenas rodadas, incluso de las más íntimas. Y, por otro lado, para refrescar su mente y anatomía. Cuando terminó, acudió hacia la pequeña mesita móvil que siempre llenaban con algo de comida y agarró unas cuantas golosinas para ir comiéndolas mientras miraba el calendario que estaba justo al lado. Mañana tenía tres entrevistas. Pasado mañana, un acto benéfico con el grupo. Y no quería seguir leyendo esas idioteces. Y entremedias habría seguramente algún caso que los mantendría ocupado por el resto del día.
Se echó en la cama y se permitió olvidarse por unas horas de todo lo que rondaba a su alrededor. Esa noche podría quizá invitar alguna chica y tal vez… oh.
Abrió sus ojos al caer en la cuenta de esa invitación que le hizo aquella mañana a la menor y frunció el ceño mientras se movía por la habitación, aunque todo lo que tuvo que hacer fue pulsar un tonto botón cobrizo a juego con el águila de su traje y escudo, pues tenía la forma de la cabeza. En menos de cinco minutos, apareció un hombre trajeado. Uno distinto al de aquella mañana. Quizá había fallecido de tanto nerviosismo. Como fuera, poco le importaba.
—Quiero que contactes con la chica castaña del bar… —Entrecerró sus ojos porque no era como si se acordara del nombre.
—Ese que salvé ayer. Bueno, es una de las camareras. Para dentro de media hora. Una hora. —Se corrigió porque ya pudo sentir el nerviosismo de la chica al enterarse de que esa misma noche iba a tener una cita con Soldier Boy y había sido avisada con tan poco tiempo de antelación.
—La recogerás en el coche y el resto no te importa. Ya te daré la dirección a donde quiero ir. —Movió su mano como señal de que podía marcharse de allí porque no pretendía que se quedara por más tiempo con él. Después, se giró sobre sí y acudió a su inmenso vestidor para buscar algo que fuera correcto para esa tonta ocasión. Aunque su idea casi parecía ser llevar el traje para no complicarse.
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Rodeó la espalda de la mujer para atraerla a él y caminar hacia el coche principal. Podrían ir separados como ocurrió a la ida, pero había demasiada gente como para dar que hablar con tonterías de esas. A pesar de que no lo fueran. El resto del grupo se repartió entre el segundo y tercer vehículo hasta la torre de Vought.
Una vez en su habitación, Ben se quitó toda prenda hasta quedar desnudo y volvió a darse una ducha de agua fría. En parte para limpiarse de todas las escenas rodadas, incluso de las más íntimas. Y, por otro lado, para refrescar su mente y anatomía. Cuando terminó, acudió hacia la pequeña mesita móvil que siempre llenaban con algo de comida y agarró unas cuantas golosinas para ir comiéndolas mientras miraba el calendario que estaba justo al lado. Mañana tenía tres entrevistas. Pasado mañana, un acto benéfico con el grupo. Y no quería seguir leyendo esas idioteces. Y entremedias habría seguramente algún caso que los mantendría ocupado por el resto del día.
Se echó en la cama y se permitió olvidarse por unas horas de todo lo que rondaba a su alrededor. Esa noche podría quizá invitar alguna chica y tal vez… oh.
Abrió sus ojos al caer en la cuenta de esa invitación que le hizo aquella mañana a la menor y frunció el ceño mientras se movía por la habitación, aunque todo lo que tuvo que hacer fue pulsar un tonto botón cobrizo a juego con el águila de su traje y escudo, pues tenía la forma de la cabeza. En menos de cinco minutos, apareció un hombre trajeado. Uno distinto al de aquella mañana. Quizá había fallecido de tanto nerviosismo. Como fuera, poco le importaba.
—Quiero que contactes con la chica castaña del bar… —Entrecerró sus ojos porque no era como si se acordara del nombre.
—Ese que salvé ayer. Bueno, es una de las camareras. Para dentro de media hora. Una hora. —Se corrigió porque ya pudo sentir el nerviosismo de la chica al enterarse de que esa misma noche iba a tener una cita con Soldier Boy y había sido avisada con tan poco tiempo de antelación.
—La recogerás en el coche y el resto no te importa. Ya te daré la dirección a donde quiero ir. —Movió su mano como señal de que podía marcharse de allí porque no pretendía que se quedara por más tiempo con él. Después, se giró sobre sí y acudió a su inmenso vestidor para buscar algo que fuera correcto para esa tonta ocasión. Aunque su idea casi parecía ser llevar el traje para no complicarse.
