El preludio de una noche sangrienta
Una de las miles noches que pasan en el mundo, un par de jóvenes amantes disfrutaban del placer carnal en una colina conocida de la ciudad. Eran las 2:36 de la mañana cuando se suscitaba el acto, el vehículo en el que habían llegado comenzaba a moverse de manera ruidosa pues el momento del coito había iniciado. Si se acercaban lo suficiente podían ver el cuerpo de la mujer saltando sobre el del hombre. Los gemidos eran levemente sonoros pues las ventanas estaban subidas y empañadas por el calor que hacía dentro.
Un golpeteo interrumpió a la joven pareja, era una mano que golpeaba el cristal del vehículo, eso provocó la pausa repentina de los muchachos quienes rápidamente buscaron la forma de medio vestirse y atender a quien estaba llamándoles, pero no era nadie. Tras el susto, ambos chicos se rieron un tanto preocupados pues no sabían si era un golpe de una rama, una piedra o si realmente fueron unos nudillos los que los llamaron.
Pero ya con el miedo encima decidieron que era mejor irse del lugar pues no querían que la policía llegara y terminar en prisión por culpa de la calentura. Al intentar prender el vehículo este se ahogaba, no arrancaba. Por lo que el joven se decidió bajar del mismo, aunque no tenía ni idea de mecánica quería sorprender a la mujer con la que estaba... Grave error. Una mano desde debajo del vehículo tomaría la pierna del chico y prácticamente lo hundiría hasta que la cabeza quedara por sobre el suelo y el cuerpo debajo del mismo. Los gritos de la mujer se harían presentes pues podía ver lo que ocurría.
De pronto de entre las sombras saldría una silueta, parecía como si se arrastrara, era amorfa pues lo que se podía ver a penas era como si fuera una masa moviéndose en dirección a la pareja. La masa aplastaría al sujeto haciéndolo desaparecer debajo de este. Y se metería al vehículo donde se encontraba la mujer.
////////////////////// Actualidad ////////////////////
— Y esa es la historia de la colina de los enamorados. Dicen que es por eso que se llama así, y que cada que una pareja va a tener relaciones, desaparecen misteriosamente— Exclamó un estudiante de tercer año a los de segundo mientras hacía un movimiento con los dedos como si tocara un piano imaginario, todo para crear un poco más de tensión.
—Hey eso no es divertido ¿Ahí es donde celebrarán su graduación no? ¿Quién les contó esa historia?— Replicó una chica regordeta de segundo año.
—Si, pero iremos varios, seguro que la masa esa no podrá contra todos... ¿Quién? El maestro Marc, de música, nos dijo esa historia pero seguro que era para que prestáramos atención.— Carcajeó el primer alumno pero fue interrumpido súbitamente por una voz adulta.
— Si yo fuera ustedes, no iría a esa colina, puede que te encuentres algo que no quieras.— Era un hombre alto, de cabello negro, con lentes, en su mano izquierda sostenía un libro y en la derecha una flauta. —Debes tener cuidado y hacer caso a los mayores.—
Casi como si fuera un regaño los alumnos decidieron mejor huir del lugar pues sus planes habían sido descubiertos.
—Será mejor que me prepare... Parece que pronto tendré un banquete.— Estando solo dijo en un tono bajo. Se relamió los labios el profesor y se dispuso a ir a la sala de maestros.
Un golpeteo interrumpió a la joven pareja, era una mano que golpeaba el cristal del vehículo, eso provocó la pausa repentina de los muchachos quienes rápidamente buscaron la forma de medio vestirse y atender a quien estaba llamándoles, pero no era nadie. Tras el susto, ambos chicos se rieron un tanto preocupados pues no sabían si era un golpe de una rama, una piedra o si realmente fueron unos nudillos los que los llamaron.
Pero ya con el miedo encima decidieron que era mejor irse del lugar pues no querían que la policía llegara y terminar en prisión por culpa de la calentura. Al intentar prender el vehículo este se ahogaba, no arrancaba. Por lo que el joven se decidió bajar del mismo, aunque no tenía ni idea de mecánica quería sorprender a la mujer con la que estaba... Grave error. Una mano desde debajo del vehículo tomaría la pierna del chico y prácticamente lo hundiría hasta que la cabeza quedara por sobre el suelo y el cuerpo debajo del mismo. Los gritos de la mujer se harían presentes pues podía ver lo que ocurría.
De pronto de entre las sombras saldría una silueta, parecía como si se arrastrara, era amorfa pues lo que se podía ver a penas era como si fuera una masa moviéndose en dirección a la pareja. La masa aplastaría al sujeto haciéndolo desaparecer debajo de este. Y se metería al vehículo donde se encontraba la mujer.
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— Y esa es la historia de la colina de los enamorados. Dicen que es por eso que se llama así, y que cada que una pareja va a tener relaciones, desaparecen misteriosamente— Exclamó un estudiante de tercer año a los de segundo mientras hacía un movimiento con los dedos como si tocara un piano imaginario, todo para crear un poco más de tensión.
—Hey eso no es divertido ¿Ahí es donde celebrarán su graduación no? ¿Quién les contó esa historia?— Replicó una chica regordeta de segundo año.
—Si, pero iremos varios, seguro que la masa esa no podrá contra todos... ¿Quién? El maestro Marc, de música, nos dijo esa historia pero seguro que era para que prestáramos atención.— Carcajeó el primer alumno pero fue interrumpido súbitamente por una voz adulta.
— Si yo fuera ustedes, no iría a esa colina, puede que te encuentres algo que no quieras.— Era un hombre alto, de cabello negro, con lentes, en su mano izquierda sostenía un libro y en la derecha una flauta. —Debes tener cuidado y hacer caso a los mayores.—
Casi como si fuera un regaño los alumnos decidieron mejor huir del lugar pues sus planes habían sido descubiertos.
—Será mejor que me prepare... Parece que pronto tendré un banquete.— Estando solo dijo en un tono bajo. Se relamió los labios el profesor y se dispuso a ir a la sala de maestros.
Una de las miles noches que pasan en el mundo, un par de jóvenes amantes disfrutaban del placer carnal en una colina conocida de la ciudad. Eran las 2:36 de la mañana cuando se suscitaba el acto, el vehículo en el que habían llegado comenzaba a moverse de manera ruidosa pues el momento del coito había iniciado. Si se acercaban lo suficiente podían ver el cuerpo de la mujer saltando sobre el del hombre. Los gemidos eran levemente sonoros pues las ventanas estaban subidas y empañadas por el calor que hacía dentro.
Un golpeteo interrumpió a la joven pareja, era una mano que golpeaba el cristal del vehículo, eso provocó la pausa repentina de los muchachos quienes rápidamente buscaron la forma de medio vestirse y atender a quien estaba llamándoles, pero no era nadie. Tras el susto, ambos chicos se rieron un tanto preocupados pues no sabían si era un golpe de una rama, una piedra o si realmente fueron unos nudillos los que los llamaron.
Pero ya con el miedo encima decidieron que era mejor irse del lugar pues no querían que la policía llegara y terminar en prisión por culpa de la calentura. Al intentar prender el vehículo este se ahogaba, no arrancaba. Por lo que el joven se decidió bajar del mismo, aunque no tenía ni idea de mecánica quería sorprender a la mujer con la que estaba... Grave error. Una mano desde debajo del vehículo tomaría la pierna del chico y prácticamente lo hundiría hasta que la cabeza quedara por sobre el suelo y el cuerpo debajo del mismo. Los gritos de la mujer se harían presentes pues podía ver lo que ocurría.
De pronto de entre las sombras saldría una silueta, parecía como si se arrastrara, era amorfa pues lo que se podía ver a penas era como si fuera una masa moviéndose en dirección a la pareja. La masa aplastaría al sujeto haciéndolo desaparecer debajo de este. Y se metería al vehículo donde se encontraba la mujer.
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— Y esa es la historia de la colina de los enamorados. Dicen que es por eso que se llama así, y que cada que una pareja va a tener relaciones, desaparecen misteriosamente— Exclamó un estudiante de tercer año a los de segundo mientras hacía un movimiento con los dedos como si tocara un piano imaginario, todo para crear un poco más de tensión.
—Hey eso no es divertido ¿Ahí es donde celebrarán su graduación no? ¿Quién les contó esa historia?— Replicó una chica regordeta de segundo año.
—Si, pero iremos varios, seguro que la masa esa no podrá contra todos... ¿Quién? El maestro Marc, de música, nos dijo esa historia pero seguro que era para que prestáramos atención.— Carcajeó el primer alumno pero fue interrumpido súbitamente por una voz adulta.
— Si yo fuera ustedes, no iría a esa colina, puede que te encuentres algo que no quieras.— Era un hombre alto, de cabello negro, con lentes, en su mano izquierda sostenía un libro y en la derecha una flauta. —Debes tener cuidado y hacer caso a los mayores.—
Casi como si fuera un regaño los alumnos decidieron mejor huir del lugar pues sus planes habían sido descubiertos.
—Será mejor que me prepare... Parece que pronto tendré un banquete.— Estando solo dijo en un tono bajo. Se relamió los labios el profesor y se dispuso a ir a la sala de maestros.
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