—Tiempo de cosechas, ¡Qué maravilla!.- Aradia lamia sus dedos con esa lengua peculiar, deleitando cada gota de ese liquido llenador de vida, en muchas ocasiones los contratos solían poner resistencia, pero para ella era un juego divertido, el jugar al gato y al ratón le parecía... excitante.
—Tiempo de cosechas, ¡Qué maravilla!.- Aradia lamia sus dedos con esa lengua peculiar, deleitando cada gota de ese liquido llenador de vida, en muchas ocasiones los contratos solían poner resistencia, pero para ella era un juego divertido, el jugar al gato y al ratón le parecía... excitante.
Me encocora
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