Feng cerró los ojos un momento, dejando que la brisa le golpeara el rostro. Una sonrisa amplia y sincera se dibujó en sus labios.
—Esto sí es vida, ¿verdad? —dijo en voz alta, hablando consigo mismo como siempre hacía cuando estaba solo—. Lejos del ring, lejos de los golpes… solo tú, yo, el mar y esta cosita que suena bonito.
—Esto sí es vida, ¿verdad? —dijo en voz alta, hablando consigo mismo como siempre hacía cuando estaba solo—. Lejos del ring, lejos de los golpes… solo tú, yo, el mar y esta cosita que suena bonito.
Feng cerró los ojos un momento, dejando que la brisa le golpeara el rostro. Una sonrisa amplia y sincera se dibujó en sus labios.
—Esto sí es vida, ¿verdad? —dijo en voz alta, hablando consigo mismo como siempre hacía cuando estaba solo—. Lejos del ring, lejos de los golpes… solo tú, yo, el mar y esta cosita que suena bonito.