Kagehiro tenía un patrón de comportamiento tan constante que rozaba lo inevitable: hacía las cosas sin avisar. No pedía opinión, no anunciaba intenciones. Simplemente gastaba el dinero, invertía, tomaba decisiones; y solo cuando todo estaba terminado (cuando ya no había vuelta atrás~) lo compartía con los demás, como quien deja detalles para aquellos que se detienen y observan.
En Navidad le regaló a Itsuki una llave.
Una llave insulsa, simplona y jodida, no le explicó de qué era ni para qué servía. Solo le dijo que debía llevarla siempre consigo. *siempre*
Luego un dia despues lo llamó, le dijo que necesitaba ayuda con algunas decisiones creativas, aunque no dio más detalles. Nunca los daba.
Pasó por el en su cómodo carrito, ya habia vendido los deportivos y los otros autos que le habian obsequiado, los odiaba, eran grandes, llamaban la atención y aparentaban cosas que él no queria demostrar.
Cuando Itsuki subio al auto, en sigilo se aseguró de que llevara la llave durante el viaje.
Hicieron una breve parada en un conbini para comprar algo de comer, y luego tomaron la carretera. Veinte minutos de trayecto. Ni más, ni menos.
El destino era un pueblo vecino en Chiba; no el centro, no lo turístico. Estaba en la orilla, cerca del santuario de Awa, con el mar observándolo todo desde la distancia, como un testigo discreto.
Kagehiro no dijo nada durante el camino. El carrito avanzaba con ese silencio cómodo que solo existe cuando no es necesario llenar el aire con palabras y la radio avisando del clima y otras noticias.
Al llegar, se detuvo frente a una casa tradicional de dos pisos. Aparcó. Apagó el motor. Bajó primero y ayudó a Itsuki a bajar después.
Luego se colocó frente a la puerta, llamando su atención con un gesto leve, casi tímido, para que lo siguiera.
Palpó sus bolsillos.
Se detuvo.
Entonces lo miró.
—Es verdad —
dijo, como si acabara de recordar algo importante
—Tú tienes la llave de nuestra casa. —
No hubo discurso.
No hubo confesiones elaboradas ni promesas solemnes.
La sorpresa estaba ahí, completa y desnuda: no solo estaba de acuerdo con vivir juntos… ya lo había hecho.
¿Y si Itsuki no quería?
Pues...Kagehiro sabía seguir solo. Siempre..
Itsuki
En Navidad le regaló a Itsuki una llave.
Una llave insulsa, simplona y jodida, no le explicó de qué era ni para qué servía. Solo le dijo que debía llevarla siempre consigo. *siempre*
Luego un dia despues lo llamó, le dijo que necesitaba ayuda con algunas decisiones creativas, aunque no dio más detalles. Nunca los daba.
Pasó por el en su cómodo carrito, ya habia vendido los deportivos y los otros autos que le habian obsequiado, los odiaba, eran grandes, llamaban la atención y aparentaban cosas que él no queria demostrar.
Cuando Itsuki subio al auto, en sigilo se aseguró de que llevara la llave durante el viaje.
Hicieron una breve parada en un conbini para comprar algo de comer, y luego tomaron la carretera. Veinte minutos de trayecto. Ni más, ni menos.
El destino era un pueblo vecino en Chiba; no el centro, no lo turístico. Estaba en la orilla, cerca del santuario de Awa, con el mar observándolo todo desde la distancia, como un testigo discreto.
Kagehiro no dijo nada durante el camino. El carrito avanzaba con ese silencio cómodo que solo existe cuando no es necesario llenar el aire con palabras y la radio avisando del clima y otras noticias.
Al llegar, se detuvo frente a una casa tradicional de dos pisos. Aparcó. Apagó el motor. Bajó primero y ayudó a Itsuki a bajar después.
Luego se colocó frente a la puerta, llamando su atención con un gesto leve, casi tímido, para que lo siguiera.
Palpó sus bolsillos.
Se detuvo.
Entonces lo miró.
—Es verdad —
dijo, como si acabara de recordar algo importante
—Tú tienes la llave de nuestra casa. —
No hubo discurso.
No hubo confesiones elaboradas ni promesas solemnes.
La sorpresa estaba ahí, completa y desnuda: no solo estaba de acuerdo con vivir juntos… ya lo había hecho.
¿Y si Itsuki no quería?
Pues...Kagehiro sabía seguir solo. Siempre..
Itsuki
Kagehiro tenía un patrón de comportamiento tan constante que rozaba lo inevitable: hacía las cosas sin avisar. No pedía opinión, no anunciaba intenciones. Simplemente gastaba el dinero, invertía, tomaba decisiones; y solo cuando todo estaba terminado (cuando ya no había vuelta atrás~) lo compartía con los demás, como quien deja detalles para aquellos que se detienen y observan.
En Navidad le regaló a Itsuki una llave.
Una llave insulsa, simplona y jodida, no le explicó de qué era ni para qué servía. Solo le dijo que debía llevarla siempre consigo. *siempre*
Luego un dia despues lo llamó, le dijo que necesitaba ayuda con algunas decisiones creativas, aunque no dio más detalles. Nunca los daba.
Pasó por el en su cómodo carrito, ya habia vendido los deportivos y los otros autos que le habian obsequiado, los odiaba, eran grandes, llamaban la atención y aparentaban cosas que él no queria demostrar.
Cuando Itsuki subio al auto, en sigilo se aseguró de que llevara la llave durante el viaje.
Hicieron una breve parada en un conbini para comprar algo de comer, y luego tomaron la carretera. Veinte minutos de trayecto. Ni más, ni menos.
El destino era un pueblo vecino en Chiba; no el centro, no lo turístico. Estaba en la orilla, cerca del santuario de Awa, con el mar observándolo todo desde la distancia, como un testigo discreto.
Kagehiro no dijo nada durante el camino. El carrito avanzaba con ese silencio cómodo que solo existe cuando no es necesario llenar el aire con palabras y la radio avisando del clima y otras noticias.
Al llegar, se detuvo frente a una casa tradicional de dos pisos. Aparcó. Apagó el motor. Bajó primero y ayudó a Itsuki a bajar después.
Luego se colocó frente a la puerta, llamando su atención con un gesto leve, casi tímido, para que lo siguiera.
Palpó sus bolsillos.
Se detuvo.
Entonces lo miró.
—Es verdad —
dijo, como si acabara de recordar algo importante
—Tú tienes la llave de nuestra casa. —
No hubo discurso.
No hubo confesiones elaboradas ni promesas solemnes.
La sorpresa estaba ahí, completa y desnuda: no solo estaba de acuerdo con vivir juntos… ya lo había hecho.
¿Y si Itsuki no quería?
Pues...Kagehiro sabía seguir solo. Siempre..
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