El aroma del aire es de castañas tostándose, de manzana suave y canela dulzona; un perfume simple que danza por las chimeneas, hasta llegar a este tejado en mi refugio. Abajo, las calles resplandecen como un cielo al revés: luces navideñas colgando, risas, prisa apresurada, promesas mínimas, envolturas doradas. Existe una paz... incluso sin decirlo fuerte, se siente. No es que me encante espiar a la gente, ¡para nada! pero desde acá todo se vuelve más nítido. La alegría no agobia; reconforta. Sí, me alegra saber que ayudé a muchos. No lo gritaré, ¡no vaya a ser que se les suba a la cabeza! pero cada encantamiento secreto, cada empujoncito del destino, valió muchisimo. Aún queda bastante por hacer, y lo haré, porque no espero agradecimientos...sino porque alguien tiene que resguardar esa luz frágil, cuando el invierno se haga mas fuerte. Entonces, es bueno. ¡Que se rían, que festejen! Los veo desde acá… y bueno, mañana echo una mano a todavía más gente. Aun si no me lo solicitan. Incluso si actúo como si me diera igual. Usshhh!!! Los quiero 💕⭐️