"Si sólo sois sombra de otro hierro, ¿Qué deuda podría yo reconocer?"
El salón del consejo estaba sellado contra la noche, pero no contra el frío. El invierno se filtraba igual, por las grietas de la piedra y por los silencios demasiado largos. Las antorchas ardían bajas, como si también ellas dudaran. Sobre la mesa de roble oscuro yacían los mapas del norte, arrugados, corregidos tantas veces que los ríos parecían...
Me encocora
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