Yo no celebro la navidad, pero se que a muchos les hace ilusión y no soy quien para arruinar eso. Les deseo mucha paz a todos...
— Sentado en aquella cafetería de paredes vidriadas, el jóven observaba pasar a las familias y a las personas que caminaban en pareja o en soledad, todas entusiasmadas y con al menos algo que hacía notar que se preparaban para las fiestas, todos o casi todos compartiendo el mismo espíritu desde su individualidad. Alguna vez pensó que podría vivir aunque fuera un poco de ese entusiasmo, de esa ilusión, que podría fingir al menos un día que todo estaba bien, como todos hacían ¿Por qué él no podía? Quizá no había respuesta, pero en ese entonces ya sabía que no podría jamás. —
— Sentado en aquella cafetería de paredes vidriadas, el jóven observaba pasar a las familias y a las personas que caminaban en pareja o en soledad, todas entusiasmadas y con al menos algo que hacía notar que se preparaban para las fiestas, todos o casi todos compartiendo el mismo espíritu desde su individualidad. Alguna vez pensó que podría vivir aunque fuera un poco de ese entusiasmo, de esa ilusión, que podría fingir al menos un día que todo estaba bien, como todos hacían ¿Por qué él no podía? Quizá no había respuesta, pero en ese entonces ya sabía que no podría jamás. —
Yo no celebro la navidad, pero se que a muchos les hace ilusión y no soy quien para arruinar eso. Les deseo mucha paz a todos...
— Sentado en aquella cafetería de paredes vidriadas, el jóven observaba pasar a las familias y a las personas que caminaban en pareja o en soledad, todas entusiasmadas y con al menos algo que hacía notar que se preparaban para las fiestas, todos o casi todos compartiendo el mismo espíritu desde su individualidad. Alguna vez pensó que podría vivir aunque fuera un poco de ese entusiasmo, de esa ilusión, que podría fingir al menos un día que todo estaba bien, como todos hacían ¿Por qué él no podía? Quizá no había respuesta, pero en ese entonces ya sabía que no podría jamás. —