La nieve caía con más fuerza cuando el motor del viejo camión se detuvo frente a la granja. Sarah fue la primera en asomarse por la ventana, y no necesitó ver bien para saberlo, porque sus dos James habían salido por algunas cosas que faltaban para la cena de Navidad.

—Ya llegaron…

La puerta se abrió, dejando entrar el frío de Montana y el sonido de botas sobre la madera.
Sarah no dudó ni un segundo.

—Tío Buck.

Se lanzó hacia él con la naturalidad de quien no pide permiso para querer.
El resto del mundo quedó en pausa por un instante.

Detrás, James entró cargando una caja de regalos torpemente envueltos, luchando un poco con el equilibrio.

—Llegamos a tiempo para la cena, ¿o ya se comieron todo?

—Ni se te ocurra —respondió Sarah, sonriendo orgullosa—. Mamá dijo que nadie toca la mesa hasta que estemos todos.

Como si la invocaran, Lorelai apareció desde la cocina, secándose las manos en el delantal. Su mirada recorrió la escena con calma: Sarah aún cerca de Bucky, James dejando los regalos en el suelo, la casa llena otra vez.

—Ahora sí —dijo con suavidad—. Ahora está completa la casa.

El árbol brillaba ya decorado, con adornos viejos y nuevos mezclados sin orden. James ayudaba a colocar las últimas luces, mientras alguien más ajustaba la estrella en lo alto.

—Sigue chueca.

—Es tradición.

La cena fue ruidosa y cálida. Risas, historias repetidas, silencios cómodos. Lorelai servía los platos como quien cuida un ritual antiguo. James escuchaba más de lo que hablaba. Sarah observaba, guardándose el momento en el pecho.

Al final, los regalos bajo el árbol. Nada exagerado. Todo pensado.
Sarah miró alrededor, con el corazón lleno.
No eran perfectos.
No eran normales.
Pero eran familia.

Y en la granja Rogers, esa noche de Navidad, el mundo podía esperar.
Porque allí
había hogar.


饾檸饾槢饾槍饾槤饾槍饾槙 饾檷饾槚饾槑饾槍饾槞饾槡

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La nieve caía con más fuerza cuando el motor del viejo camión se detuvo frente a la granja. Sarah fue la primera en asomarse por la ventana, y no necesitó ver bien para saberlo, porque sus dos James habían salido por algunas cosas que faltaban para la cena de Navidad. —Ya llegaron… La puerta se abrió, dejando entrar el frío de Montana y el sonido de botas sobre la madera. Sarah no dudó ni un segundo. —Tío Buck. Se lanzó hacia él con la naturalidad de quien no pide permiso para querer. El resto del mundo quedó en pausa por un instante. Detrás, James entró cargando una caja de regalos torpemente envueltos, luchando un poco con el equilibrio. —Llegamos a tiempo para la cena, ¿o ya se comieron todo? —Ni se te ocurra —respondió Sarah, sonriendo orgullosa—. Mamá dijo que nadie toca la mesa hasta que estemos todos. Como si la invocaran, Lorelai apareció desde la cocina, secándose las manos en el delantal. Su mirada recorrió la escena con calma: Sarah aún cerca de Bucky, James dejando los regalos en el suelo, la casa llena otra vez. —Ahora sí —dijo con suavidad—. Ahora está completa la casa. El árbol brillaba ya decorado, con adornos viejos y nuevos mezclados sin orden. James ayudaba a colocar las últimas luces, mientras alguien más ajustaba la estrella en lo alto. —Sigue chueca. —Es tradición. La cena fue ruidosa y cálida. Risas, historias repetidas, silencios cómodos. Lorelai servía los platos como quien cuida un ritual antiguo. James escuchaba más de lo que hablaba. Sarah observaba, guardándose el momento en el pecho. Al final, los regalos bajo el árbol. Nada exagerado. Todo pensado. Sarah miró alrededor, con el corazón lleno. No eran perfectos. No eran normales. Pero eran familia. Y en la granja Rogers, esa noche de Navidad, el mundo podía esperar. Porque allí había hogar. [SteveR0gers] [JamesBarnes]
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