En bandeja de plata.
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Categoría Otros
Nicole Thompson

Había hecho un pacto, y, aunque saliera ganando a su parecer, quizás sería más un dolor de cabeza que otra cosa.

La noche era joven, la brisa era fresca, no había apenas ruido y caminaban a paso calmado por la calle.

Morana, por mucho que desearía que no fuera así, dependía de la civilización, o eso creía ella, porque, aunque su cabeza ya no tenía precio, ella seguía ocultándose entre la multitud por hábito.

El ruido de la gente se comenzó a hacer presente, un lugar donde, incluso a altas horas de la noche, parecía que siempre había gente reunida, así era la ciudad.

Morana entró en un edificio, y simplemente hizo un gesto con la mano para que Nicole le siguiera.

Era un lugar lujoso ¿Realmente alguien como Morana vivía aquí?

— Espera aquí. — Dijo una vez llegaron a la recepción del lugar.

Morana entró al baño, pasaron apenas unos minutos y al salir era una persona totalmente diferente, incluso su ropa había cambiado, aunque, al haber hecho un pacto con Nicole, ella podría reconocerla a simple vista.

Se acercó a recepción saludando al empleado de allí e hizo un gesto con la mano para que Nicole fuera con ella.

Tomaron el ascensor, y, pasados unos minutos de subir y subir, por fin llegaron.

Morana abrió la puerta de su apartamento y entró tranquilamente, dejando la puerta abierta para Nicole.

— Cierra cuando entres. — Era más una orden que solo una petición.

Nada más entrar, ya estaban en el salón, que era iluminado por luces tenues en el techo y una pequeña lámpara en la mesa central, era mejor así, a Morana no le gustaba la luz intensa.

El lugar era elegante, típico de alguien con dinero ¿Realmente Morana podía permitirse esto?

Las grandes ventanas dejaban ver la ciudad, y había un balcón si es que quería disfrutar del aire fresco.

Morana tomó asiento en el amplio sillón.

— Eres bienvenida cuando quieras. — Comentó, tendría que darle una copia de la llave más tarde y avisar el empleado de recepción.
[nicole_goth] Había hecho un pacto, y, aunque saliera ganando a su parecer, quizás sería más un dolor de cabeza que otra cosa. La noche era joven, la brisa era fresca, no había apenas ruido y caminaban a paso calmado por la calle. Morana, por mucho que desearía que no fuera así, dependía de la civilización, o eso creía ella, porque, aunque su cabeza ya no tenía precio, ella seguía ocultándose entre la multitud por hábito. El ruido de la gente se comenzó a hacer presente, un lugar donde, incluso a altas horas de la noche, parecía que siempre había gente reunida, así era la ciudad. Morana entró en un edificio, y simplemente hizo un gesto con la mano para que Nicole le siguiera. Era un lugar lujoso ¿Realmente alguien como Morana vivía aquí? — Espera aquí. — Dijo una vez llegaron a la recepción del lugar. Morana entró al baño, pasaron apenas unos minutos y al salir era una persona totalmente diferente, incluso su ropa había cambiado, aunque, al haber hecho un pacto con Nicole, ella podría reconocerla a simple vista. Se acercó a recepción saludando al empleado de allí e hizo un gesto con la mano para que Nicole fuera con ella. Tomaron el ascensor, y, pasados unos minutos de subir y subir, por fin llegaron. Morana abrió la puerta de su apartamento y entró tranquilamente, dejando la puerta abierta para Nicole. — Cierra cuando entres. — Era más una orden que solo una petición. Nada más entrar, ya estaban en el salón, que era iluminado por luces tenues en el techo y una pequeña lámpara en la mesa central, era mejor así, a Morana no le gustaba la luz intensa. El lugar era elegante, típico de alguien con dinero ¿Realmente Morana podía permitirse esto? Las grandes ventanas dejaban ver la ciudad, y había un balcón si es que quería disfrutar del aire fresco. Morana tomó asiento en el amplio sillón. — Eres bienvenida cuando quieras. — Comentó, tendría que darle una copia de la llave más tarde y avisar el empleado de recepción.
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