Los jueves eran sus noches favoritas. Layla esperaba ese día porque el señor Tanaka siempre llegaba a la misma hora, pedía por ella y ocupaba la mesa del rincón sin hacer preguntas raras. No hablaba de su familia ni de su trabajo, y eso le agradaba. En cambio, pasaba la noche comentando películas antiguas o cintas extrañas que Layla nunca había visto, describiéndolas con emoción. Él pedía un whisky con soda y un cóctel de ciruela para ella. Un poco extraño, pero bonito.
Los jueves eran sus noches favoritas. Layla esperaba ese día porque el señor Tanaka siempre llegaba a la misma hora, pedía por ella y ocupaba la mesa del rincón sin hacer preguntas raras. No hablaba de su familia ni de su trabajo, y eso le agradaba. En cambio, pasaba la noche comentando películas antiguas o cintas extrañas que Layla nunca había visto, describiéndolas con emoción. Él pedía un whisky con soda y un cóctel de ciruela para ella. Un poco extraño, pero bonito.
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