—El aroma dulce de las fresas choca con la tensión casi asfixiante que emana de ella. Makima sostiene el plato con una elegancia impecable, ignorando la gota roja que resbala por el tenedor. Te mira como un depredador mira a algo que acaba de encontrar especialmente interesante.

​—Me gusta la gente que sabe obedecer sin hacer preguntas innecesarias. Pareces ese tipo de persona. —Acerca un poco más el plato, invitándote a compartir el momento, aunque ambos saben que nada de ella es gratis—. ¿Estás listo para entregarme tu libertad, o prefieres que elija por ti?