—Maldita sea, maldita sea... Ese hijo de puta... me las voy a cobrar, maldito cabrón.
No podía si no maldecir cuando todo había pasado, molesto con él y consigo mismo, gruñendo por recordar lo sucedido, avergonzado y encabronado.
Era definitivo, su cola era un problema, siempre lo había sido y no pensaba exponerse más, menos para un hijo de puta que se estaba aprovechando de burlarse de él, pero que le quedara claro, donde viera su asquerosa cara de nuevo, no le importaba salir por otra tangente del contrato.
Quizá él por mano propia no podría dañarlo, pero se iba a encargar de que todo el jodido infierno se fuera a su contra.
—Puto venado...
Volvió a maldecir, chasqueando la lengua y tratando de olvidar todo, yendo directo a su reserva de vino. Olvidaba porque olvidaba, así fuera poniéndose hasta atrás con algo de licor.
No podía si no maldecir cuando todo había pasado, molesto con él y consigo mismo, gruñendo por recordar lo sucedido, avergonzado y encabronado.
Era definitivo, su cola era un problema, siempre lo había sido y no pensaba exponerse más, menos para un hijo de puta que se estaba aprovechando de burlarse de él, pero que le quedara claro, donde viera su asquerosa cara de nuevo, no le importaba salir por otra tangente del contrato.
Quizá él por mano propia no podría dañarlo, pero se iba a encargar de que todo el jodido infierno se fuera a su contra.
—Puto venado...
Volvió a maldecir, chasqueando la lengua y tratando de olvidar todo, yendo directo a su reserva de vino. Olvidaba porque olvidaba, así fuera poniéndose hasta atrás con algo de licor.
—Maldita sea, maldita sea... Ese hijo de puta... me las voy a cobrar, maldito cabrón.
No podía si no maldecir cuando todo había pasado, molesto con él y consigo mismo, gruñendo por recordar lo sucedido, avergonzado y encabronado.
Era definitivo, su cola era un problema, siempre lo había sido y no pensaba exponerse más, menos para un hijo de puta que se estaba aprovechando de burlarse de él, pero que le quedara claro, donde viera su asquerosa cara de nuevo, no le importaba salir por otra tangente del contrato.
Quizá él por mano propia no podría dañarlo, pero se iba a encargar de que todo el jodido infierno se fuera a su contra.
—Puto venado...
Volvió a maldecir, chasqueando la lengua y tratando de olvidar todo, yendo directo a su reserva de vino. Olvidaba porque olvidaba, así fuera poniéndose hasta atrás con algo de licor.