Aquel año no había tenido la suerte del año pasado, aquella vez no tenia flores, ni había encontrado un peluche felizmente perdido en miedo del apocalipsis.
No tenia absolutamente nada, y mucho menos nada a la altura de lo que Elle se merecía.
Casi le daba vergüenza llegar hasta el ángel con aquel triste regalo, pero el año pasado habían instaurado que aquel día era el cumpleaños de la rubia, y pretendía seguir honrándolo.
— Puede que sea el único en este mundo que sigue contando los días, pero si así consigo no olvidarme de tu cumpleaños, merece la pena.
Rodea la cintura femenina con una sonrisa antes de darle un suave beso y después buscar su mano derecha.
— Este año la falta de recursos ha dejado un regalo realmente digamos... austero, pero lo he hecho yo mismo, así que eso tiene que contar algo.
Mientras habla le pone una pulsera de hilo, en la muñeca, y cuando la tiene ajustada, le muestra la suya, idéntica pero negra.
No tenia absolutamente nada, y mucho menos nada a la altura de lo que Elle se merecía.
Casi le daba vergüenza llegar hasta el ángel con aquel triste regalo, pero el año pasado habían instaurado que aquel día era el cumpleaños de la rubia, y pretendía seguir honrándolo.
— Puede que sea el único en este mundo que sigue contando los días, pero si así consigo no olvidarme de tu cumpleaños, merece la pena.
Rodea la cintura femenina con una sonrisa antes de darle un suave beso y después buscar su mano derecha.
— Este año la falta de recursos ha dejado un regalo realmente digamos... austero, pero lo he hecho yo mismo, así que eso tiene que contar algo.
Mientras habla le pone una pulsera de hilo, en la muñeca, y cuando la tiene ajustada, le muestra la suya, idéntica pero negra.
Aquel año no había tenido la suerte del año pasado, aquella vez no tenia flores, ni había encontrado un peluche felizmente perdido en miedo del apocalipsis.
No tenia absolutamente nada, y mucho menos nada a la altura de lo que Elle se merecía.
Casi le daba vergüenza llegar hasta el ángel con aquel triste regalo, pero el año pasado habían instaurado que aquel día era el cumpleaños de la rubia, y pretendía seguir honrándolo.
— Puede que sea el único en este mundo que sigue contando los días, pero si así consigo no olvidarme de tu cumpleaños, merece la pena.
Rodea la cintura femenina con una sonrisa antes de darle un suave beso y después buscar su mano derecha.
— Este año la falta de recursos ha dejado un regalo realmente digamos... austero, pero lo he hecho yo mismo, así que eso tiene que contar algo.
Mientras habla le pone una pulsera de hilo, en la muñeca, y cuando la tiene ajustada, le muestra la suya, idéntica pero negra.