El viento nocturno de la pradera solo conseguía que mi cuerpo temblara un poco más. Mi madre dijo que era por mi parte humana, los vampiros de sangre pura jamás sentían el frío. Me encogí, notando cómo los ojos carmesí de Evangeline se fijaban en mí.

Ella se inclinó, y sus cabellos rubios cayeron como seda a mi alrededor, creando un pequeño refugio. La flor blanca que sostenía contrastaba con la oscuridad de la noche, y era el objeto más puro que había visto en mi corta vida.

—Sé que los otros nos miran con desprecio, pero ellos nunca entenderán este secreto, ¿verdad? —susurró, con una voz que solo era para mis oídos.

Sentí el calor de su aliento, una rareza en este mundo helado.
Ella empujó suavemente la flor hacia mi pecho con sus delicadas manos heladas.

—Recibe mi flor, y olvida el frío del linaje que te niegan.

Dudé por un momento, mi corazón temblando ante la idea, ingenuo ante la razón que la causaba.

En ese momento, en esa oscuridad, era simplemente Lucien, sosteniendo la luz que me había dado mi hermana.

—Guarda el calor de esta insignificante vida en tu corazón; será lo único que te proteja de la eterna helada de nuestra casa. Solo tú y yo conocemos este refugio.—
El viento nocturno de la pradera solo conseguía que mi cuerpo temblara un poco más. Mi madre dijo que era por mi parte humana, los vampiros de sangre pura jamás sentían el frío. Me encogí, notando cómo los ojos carmesí de Evangeline se fijaban en mí. Ella se inclinó, y sus cabellos rubios cayeron como seda a mi alrededor, creando un pequeño refugio. La flor blanca que sostenía contrastaba con la oscuridad de la noche, y era el objeto más puro que había visto en mi corta vida. —Sé que los otros nos miran con desprecio, pero ellos nunca entenderán este secreto, ¿verdad? —susurró, con una voz que solo era para mis oídos. Sentí el calor de su aliento, una rareza en este mundo helado. Ella empujó suavemente la flor hacia mi pecho con sus delicadas manos heladas. —Recibe mi flor, y olvida el frío del linaje que te niegan. Dudé por un momento, mi corazón temblando ante la idea, ingenuo ante la razón que la causaba. En ese momento, en esa oscuridad, era simplemente Lucien, sosteniendo la luz que me había dado mi hermana. —Guarda el calor de esta insignificante vida en tu corazón; será lo único que te proteja de la eterna helada de nuestra casa. Solo tú y yo conocemos este refugio.—
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