Como si no hubiera sido suficiente ser intimidado, golpeado, insultado, casi asesinado y probablemente abusado, el joven no sabía como pedirle a su madre que alejara a aquel hombre, que más que un guardián, era su boleto directo al inframundo.
Negaba, tratando de idear un plan, algo creíble y, a la vez, que lo dejara bien parado, algo más allá de sólo seguir entrenando y tratando de ser más fuerte, donde se le vino la idea.
—El reino vecino...
Murmuró para sus adentros, recordando sobre una posible alianza, una labor democrática que su padre y madre deberían hacer pero, dadas las circunstancias, podría encargarse él y, de paso, alejarse de Antínoo, aunque el pensar en dejar a su madre sola le hacía retractarse.
—No, no puedo...
Negaba, tratando de idear un plan, algo creíble y, a la vez, que lo dejara bien parado, algo más allá de sólo seguir entrenando y tratando de ser más fuerte, donde se le vino la idea.
—El reino vecino...
Murmuró para sus adentros, recordando sobre una posible alianza, una labor democrática que su padre y madre deberían hacer pero, dadas las circunstancias, podría encargarse él y, de paso, alejarse de Antínoo, aunque el pensar en dejar a su madre sola le hacía retractarse.
—No, no puedo...
Como si no hubiera sido suficiente ser intimidado, golpeado, insultado, casi asesinado y probablemente abusado, el joven no sabía como pedirle a su madre que alejara a aquel hombre, que más que un guardián, era su boleto directo al inframundo.
Negaba, tratando de idear un plan, algo creíble y, a la vez, que lo dejara bien parado, algo más allá de sólo seguir entrenando y tratando de ser más fuerte, donde se le vino la idea.
—El reino vecino...
Murmuró para sus adentros, recordando sobre una posible alianza, una labor democrática que su padre y madre deberían hacer pero, dadas las circunstancias, podría encargarse él y, de paso, alejarse de Antínoo, aunque el pensar en dejar a su madre sola le hacía retractarse.
—No, no puedo...