Estaba sentado en una silla, con toda su atención puesta en su maletín, frunce con debilidad los labios, Teddy, su escarbato había sacado el hociquillo por el mismo, Newt dejó suaves caricias en la testa del animal, si es que podía categorizarse como tal. Sus dedos recorrían la cabeza del ser riéndose con suavidad. Este había sacado de su buche, un diamante.
— Ya te he dicho muchas veces que no deberías salir a explorar tú solo.
Newt cogió la pieza observándola a contraluz cediéndola al ser.
— Guárdala antes de que alguien más te la quite.
De su bolso de su tweed salió una especie de ramita, una ramita verde, y que hacía ruiditos pequeños subiendo por el el hombro del muchacho.
— Si, lo se, lo se, a ti también te hago caso.
— Ya te he dicho muchas veces que no deberías salir a explorar tú solo.
Newt cogió la pieza observándola a contraluz cediéndola al ser.
— Guárdala antes de que alguien más te la quite.
De su bolso de su tweed salió una especie de ramita, una ramita verde, y que hacía ruiditos pequeños subiendo por el el hombro del muchacho.
— Si, lo se, lo se, a ti también te hago caso.
Estaba sentado en una silla, con toda su atención puesta en su maletín, frunce con debilidad los labios, Teddy, su escarbato había sacado el hociquillo por el mismo, Newt dejó suaves caricias en la testa del animal, si es que podía categorizarse como tal. Sus dedos recorrían la cabeza del ser riéndose con suavidad. Este había sacado de su buche, un diamante.
— Ya te he dicho muchas veces que no deberías salir a explorar tú solo.
Newt cogió la pieza observándola a contraluz cediéndola al ser.
— Guárdala antes de que alguien más te la quite.
De su bolso de su tweed salió una especie de ramita, una ramita verde, y que hacía ruiditos pequeños subiendo por el el hombro del muchacho.
— Si, lo se, lo se, a ti también te hago caso.
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