El salón helado, adornado con filigranas plateadas y pétalos suspendidos en el aire, se ilumina apenas cuando Sting levanta la mirada. Sus ojos azul cielo se abren más, brillando con un destello que no había mostrado en mucho tiempo
—P… papá… ¿papá Rex…?
Da un paso hacia adelante, y luego otro más rápido, como si temiera que la imagen frente a él fuera un sueño que podía desvanecerse si no se acercaba lo suficiente.
—¡Papá! ¡De verdad eres tú!
Corre los últimos metros sin contenerse, olvidando por completo la compostura noble que siempre intenta mantener. Sus manos se aferran a la manga de Rex, como si necesitara confirmarlo por contacto.
—Te extrañé muchísimo… pensé que tardarías más en volver…
Alza los ojos, llenos de emoción pura y transparente, tan distinta al aura solemne del salón
—¿Te quedarás un rato conmigo… verdad?
Su voz es suave, temblorosa, pero cargada de esperanza
—P… papá… ¿papá Rex…?
Da un paso hacia adelante, y luego otro más rápido, como si temiera que la imagen frente a él fuera un sueño que podía desvanecerse si no se acercaba lo suficiente.
—¡Papá! ¡De verdad eres tú!
Corre los últimos metros sin contenerse, olvidando por completo la compostura noble que siempre intenta mantener. Sus manos se aferran a la manga de Rex, como si necesitara confirmarlo por contacto.
—Te extrañé muchísimo… pensé que tardarías más en volver…
Alza los ojos, llenos de emoción pura y transparente, tan distinta al aura solemne del salón
—¿Te quedarás un rato conmigo… verdad?
Su voz es suave, temblorosa, pero cargada de esperanza
El salón helado, adornado con filigranas plateadas y pétalos suspendidos en el aire, se ilumina apenas cuando Sting levanta la mirada. Sus ojos azul cielo se abren más, brillando con un destello que no había mostrado en mucho tiempo
—P… papá… ¿papá Rex…?
Da un paso hacia adelante, y luego otro más rápido, como si temiera que la imagen frente a él fuera un sueño que podía desvanecerse si no se acercaba lo suficiente.
—¡Papá! ¡De verdad eres tú!
Corre los últimos metros sin contenerse, olvidando por completo la compostura noble que siempre intenta mantener. Sus manos se aferran a la manga de Rex, como si necesitara confirmarlo por contacto.
—Te extrañé muchísimo… pensé que tardarías más en volver…
Alza los ojos, llenos de emoción pura y transparente, tan distinta al aura solemne del salón
—¿Te quedarás un rato conmigo… verdad?
Su voz es suave, temblorosa, pero cargada de esperanza