Es curioso cómo los humanos se sienten más atraídos por aquello que les está prohibido.
Saber que algo está vedado no disuade el deseo; al contrario, lo enciende. Lo prohibido no detiene, sino que afila el hambre de poseer aquello que, por regla, no debería ser tomado.
Saber que algo está vedado no disuade el deseo; al contrario, lo enciende. Lo prohibido no detiene, sino que afila el hambre de poseer aquello que, por regla, no debería ser tomado.
Es curioso cómo los humanos se sienten más atraídos por aquello que les está prohibido.
Saber que algo está vedado no disuade el deseo; al contrario, lo enciende. Lo prohibido no detiene, sino que afila el hambre de poseer aquello que, por regla, no debería ser tomado.