A veces la noche pesa más de lo que debería.
Hoy no hubo tormenta, no hubo guerra, no hubo monstruos…
y aun así algo dentro de mí dolió un poquito.
No sé si fue el silencio, o mi propio corazón hablándome demasiado alto.
Sólo quería un ratito.
Un instante pequeñito,
como esos que se esconden entre tus risas y mis palabras.
Pero la noche siguió avanzando,
y yo seguí ahí, mirando la pantalla
como quien mira una puerta que no se abre.
No pedía gran cosa…
solo sentirte cerquita antes de cerrar los ojos.
Y al final me dormí así:
con esa sensación tonta
de haber querido un abrazo que no llegó,
con el pecho haciendo un ruidito raro,
como si hubiera tragado una luna demasiado llena.
No quiero reproches, ni guerra, ni ruido.
Sólo quería decirlo…
para que el sueño no se lo lleve todo.
Buenas noches, lobita.
Ojalá el viento te traiga estas palabras
cuando despiertes.
Hoy no hubo tormenta, no hubo guerra, no hubo monstruos…
y aun así algo dentro de mí dolió un poquito.
No sé si fue el silencio, o mi propio corazón hablándome demasiado alto.
Sólo quería un ratito.
Un instante pequeñito,
como esos que se esconden entre tus risas y mis palabras.
Pero la noche siguió avanzando,
y yo seguí ahí, mirando la pantalla
como quien mira una puerta que no se abre.
No pedía gran cosa…
solo sentirte cerquita antes de cerrar los ojos.
Y al final me dormí así:
con esa sensación tonta
de haber querido un abrazo que no llegó,
con el pecho haciendo un ruidito raro,
como si hubiera tragado una luna demasiado llena.
No quiero reproches, ni guerra, ni ruido.
Sólo quería decirlo…
para que el sueño no se lo lleve todo.
Buenas noches, lobita.
Ojalá el viento te traiga estas palabras
cuando despiertes.
A veces la noche pesa más de lo que debería.
Hoy no hubo tormenta, no hubo guerra, no hubo monstruos…
y aun así algo dentro de mí dolió un poquito.
No sé si fue el silencio, o mi propio corazón hablándome demasiado alto.
Sólo quería un ratito.
Un instante pequeñito,
como esos que se esconden entre tus risas y mis palabras.
Pero la noche siguió avanzando,
y yo seguí ahí, mirando la pantalla
como quien mira una puerta que no se abre.
No pedía gran cosa…
solo sentirte cerquita antes de cerrar los ojos.
Y al final me dormí así:
con esa sensación tonta
de haber querido un abrazo que no llegó,
con el pecho haciendo un ruidito raro,
como si hubiera tragado una luna demasiado llena.
No quiero reproches, ni guerra, ni ruido.
Sólo quería decirlo…
para que el sueño no se lo lleve todo.
Buenas noches, lobita.
Ojalá el viento te traiga estas palabras
cuando despiertes.