Sentada en el campo, sus dedos perfilaban suavemente las suaves hebras verdes, arrancó así, una porción de lo que aparentemente era una espiga, sus dedos se movieron deshaciendo tales piezas cayendo encima de su vestido blanco, un suspiro emergía, el frío empezaba a hacer mella, su madre secaba los campos, ella revitalizaba en ocasiones las pizcas que estás amarillas quedaban.

Un suspiro emergía de ella, dejando caer el grano de su mano, abrazándose a las piernas con cautela, apoyando a frente contra las misma.
Sentada en el campo, sus dedos perfilaban suavemente las suaves hebras verdes, arrancó así, una porción de lo que aparentemente era una espiga, sus dedos se movieron deshaciendo tales piezas cayendo encima de su vestido blanco, un suspiro emergía, el frío empezaba a hacer mella, su madre secaba los campos, ella revitalizaba en ocasiones las pizcas que estás amarillas quedaban. Un suspiro emergía de ella, dejando caer el grano de su mano, abrazándose a las piernas con cautela, apoyando a frente contra las misma.
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