Las palabras de Sagitario aún estaban en su mente, removiendo sentimientos que él sabía que no debían salir, por el bien de aquellos con los que su misión estaba a punto de encontrarse.
No le gustaba saber que dependía de él aquel despertar, el volverlos a traer a la conciencia de su pasado y su verdadera naturaleza, pero jamás se había caracterizado por ser un hombre que huyera. Si era lo que tenía que hacer, lo haría, aunque no seguiría las normas impuestas. Lo haría a su manera.
¿Y quién mejor que ella para ayudarlo? Silas no era tonto, conocía a Cáncer casi como una parte de su mismo ser. Compartían elemento, compartían cualidades. Siempre había sido una de sus hermanas más cercanas y en la soledad de la vida humana, sabía que pudo haber pasado con su corazón y su mente.
Él no necesitaba presentación y entre todos los astros, incluso con su contraparte femenina, jamás habría sentido tal afinación como con ella, así que decidió interceptarla sin mayor ceremonia, directo, por que sin duda ella lo reconocería.
— Pensé que estarías peor, ¿Aún buscas el precio de la sal? —La sonrisa no llegó a sus ojos, por que en ellos se reflejó la misma soledad que inmediatamente vio en su amiga. Se acomodó junto a ella, mirando hacía a un costado del puente de piedra que cruzaba el riachuelo a medio parque.
— Lo sentiste, ¿verdad?... Ya sabes que algo vendrá. Te necesito.
No le gustaba saber que dependía de él aquel despertar, el volverlos a traer a la conciencia de su pasado y su verdadera naturaleza, pero jamás se había caracterizado por ser un hombre que huyera. Si era lo que tenía que hacer, lo haría, aunque no seguiría las normas impuestas. Lo haría a su manera.
¿Y quién mejor que ella para ayudarlo? Silas no era tonto, conocía a Cáncer casi como una parte de su mismo ser. Compartían elemento, compartían cualidades. Siempre había sido una de sus hermanas más cercanas y en la soledad de la vida humana, sabía que pudo haber pasado con su corazón y su mente.
Él no necesitaba presentación y entre todos los astros, incluso con su contraparte femenina, jamás habría sentido tal afinación como con ella, así que decidió interceptarla sin mayor ceremonia, directo, por que sin duda ella lo reconocería.
— Pensé que estarías peor, ¿Aún buscas el precio de la sal? —La sonrisa no llegó a sus ojos, por que en ellos se reflejó la misma soledad que inmediatamente vio en su amiga. Se acomodó junto a ella, mirando hacía a un costado del puente de piedra que cruzaba el riachuelo a medio parque.
— Lo sentiste, ¿verdad?... Ya sabes que algo vendrá. Te necesito.
Las palabras de Sagitario aún estaban en su mente, removiendo sentimientos que él sabía que no debían salir, por el bien de aquellos con los que su misión estaba a punto de encontrarse.
No le gustaba saber que dependía de él aquel despertar, el volverlos a traer a la conciencia de su pasado y su verdadera naturaleza, pero jamás se había caracterizado por ser un hombre que huyera. Si era lo que tenía que hacer, lo haría, aunque no seguiría las normas impuestas. Lo haría a su manera.
¿Y quién mejor que ella para ayudarlo? Silas no era tonto, conocía a Cáncer casi como una parte de su mismo ser. Compartían elemento, compartían cualidades. Siempre había sido una de sus hermanas más cercanas y en la soledad de la vida humana, sabía que pudo haber pasado con su corazón y su mente.
Él no necesitaba presentación y entre todos los astros, incluso con su contraparte femenina, jamás habría sentido tal afinación como con ella, así que decidió interceptarla sin mayor ceremonia, directo, por que sin duda ella lo reconocería.
— Pensé que estarías peor, ¿Aún buscas el precio de la sal? —La sonrisa no llegó a sus ojos, por que en ellos se reflejó la misma soledad que inmediatamente vio en su amiga. Se acomodó junto a ella, mirando hacía a un costado del puente de piedra que cruzaba el riachuelo a medio parque.
— Lo sentiste, ¿verdad?... Ya sabes que algo vendrá. Te necesito.