Cuando la agencia le comunicó a Elorien que debía hacer una sesión de fotos para VOGUE, no le dio demasiada importancia, no más que la que le había dado al trabajar con marcas más pequeñas.De seguro sería para una sección de moda artística, donde aparecía junto con más modelos con la misma temática.

Esa mañana iba camino al Museo del Louvre, donde trabajaba a jornada medía como restaurador. Con ese trabajo y las sesiones de modelaje cobraba lo suficiente para vivir cómodamente, tenía un sueldo superior a la media.

Fue al kiosko al que iba todas las mañanas a comprar el periódico, mientras sostenía un café para llevar que había tomado en una cafetería. Siempre tenía la misma rutina: estaba esperando el cambio del periódico que había comprado, mientras tomaba un sorbo de café. Miró hacía un lado de forma despreocupada, cuando de pronto vio en el expositor de revistas la portada de VOGUE de su última edición.

Este se atragantó con el café, teniendo que dar un par de pasos hacia atrás para poder inclinar su cuerpo hacia delante, para evitar que el café manchase su ropa. Volvió a mirar la portada, abriendo los ojos como platos sin creer lo que sus ojos estaban viendo.

Él es portada de la revista Vogue, una de las revistas de moda más importantes del mundo.

- No me jodas... - Murmuró aún sin salir de su estupor.

Este empezó a sentir que un ataque de pánico subía desde la boca de su estómago. ~No, no, no, no...~ Decían sus pensamientos mientras miraba aquella revista con auténtico miedo. Si es que hasta habían puesto su nombre.

_ Aquí tiene su cambio monsieur...¿Monsieur?, ¿Se encuentra bien?. _ Le dijo el kiosquero, es tendiendo su brazo para devolverle el cambio.

La voz del amable quiosquero lo trajo de vuelta al presente. Lo miró y tomó el cambio con algo de torpeza.

- Merci... - Murmuró Elorien, inclinando la cabeza, agradeciendo de forma silenciosa la paciencia de aquel hombre.

Este se dio media vuelta, agachando su cabeza para que sus cabellos dorados taparan su rostro. Aquello, lejos de ser una buena noticia, se había convertido en un problema. No se podía permitir ser relevante o conocido. Esconder su inmortalidad si era un personaje "famoso" era totalmente incompatible.

Se propuso llamar a la agencia más tarde para pedirles explicaciones y, por supuesto, no tomar más trabajos para firmas importantes.

Cuando la agencia le comunicó a Elorien que debía hacer una sesión de fotos para VOGUE, no le dio demasiada importancia, no más que la que le había dado al trabajar con marcas más pequeñas.De seguro sería para una sección de moda artística, donde aparecía junto con más modelos con la misma temática. Esa mañana iba camino al Museo del Louvre, donde trabajaba a jornada medía como restaurador. Con ese trabajo y las sesiones de modelaje cobraba lo suficiente para vivir cómodamente, tenía un sueldo superior a la media. Fue al kiosko al que iba todas las mañanas a comprar el periódico, mientras sostenía un café para llevar que había tomado en una cafetería. Siempre tenía la misma rutina: estaba esperando el cambio del periódico que había comprado, mientras tomaba un sorbo de café. Miró hacía un lado de forma despreocupada, cuando de pronto vio en el expositor de revistas la portada de VOGUE de su última edición. Este se atragantó con el café, teniendo que dar un par de pasos hacia atrás para poder inclinar su cuerpo hacia delante, para evitar que el café manchase su ropa. Volvió a mirar la portada, abriendo los ojos como platos sin creer lo que sus ojos estaban viendo. Él es portada de la revista Vogue, una de las revistas de moda más importantes del mundo. - No me jodas... - Murmuró aún sin salir de su estupor. Este empezó a sentir que un ataque de pánico subía desde la boca de su estómago. ~No, no, no, no...~ Decían sus pensamientos mientras miraba aquella revista con auténtico miedo. Si es que hasta habían puesto su nombre. _ Aquí tiene su cambio monsieur...¿Monsieur?, ¿Se encuentra bien?. _ Le dijo el kiosquero, es tendiendo su brazo para devolverle el cambio. La voz del amable quiosquero lo trajo de vuelta al presente. Lo miró y tomó el cambio con algo de torpeza. - Merci... - Murmuró Elorien, inclinando la cabeza, agradeciendo de forma silenciosa la paciencia de aquel hombre. Este se dio media vuelta, agachando su cabeza para que sus cabellos dorados taparan su rostro. Aquello, lejos de ser una buena noticia, se había convertido en un problema. No se podía permitir ser relevante o conocido. Esconder su inmortalidad si era un personaje "famoso" era totalmente incompatible. Se propuso llamar a la agencia más tarde para pedirles explicaciones y, por supuesto, no tomar más trabajos para firmas importantes.
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