Abre los ojos, el dolor de cabeza se ha ido, todo bien desde la seguridad de su silla de transferencia, desde la pespectiva de Chroma, seguía sentado sobre la torreta, pero no hay aroma de gasolina ni de gente, solo alguno que otro carroñero encargándose de alguno que otro cuerpo en el suelo.
Abre los ojos, el dolor de cabeza se ha ido, todo bien desde la seguridad de su silla de transferencia, desde la pespectiva de Chroma, seguía sentado sobre la torreta, pero no hay aroma de gasolina ni de gente, solo alguno que otro carroñero encargándose de alguno que otro cuerpo en el suelo.
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