El sol y el espacio contra el vacío
Categoría Acción
*El cosmos respiraba en calma.
Durante un breve instante, las estrellas parecían dormidas, los cometas viajaban sin rumbo, y la inmensidad era un océano silencioso. Pero esa quietud era solo la antesala del caos.
Muy lejos, en los límites donde la materia se curva sobre sí misma, algo comenzó a moverse.
Una masa colosal, oscura, imposible de medir. Una entidad que devoraba estrellas enteras sin emitir ni un destello. Era el Devoraluz, un monstruo nacido del olvido, un eco de universos extinguidos.
Entre aquel mar de vacío, una figura luminosa descendió.
Cabello flotante como la aurora, ojos que reflejaban galaxias enteras.
Tsukumo Sana, la guardiana del tamaño, la diosa que podía contener mundos enteros en la palma de su mano.*
*Su sonrisa, inocente pero cargada de poder divino, fue lo primero que atravesó la oscuridad.
El bastón que portaba vibró, generando ondas que alteraban la curvatura del espacio.*
-Ohhh… ¡qué bicho tan glotón~! Se está tragando mis estrellas favoritas. No puedo permitir eso, ¿verdad?
*El vacío respondió con un rugido, un sonido tan profundo que ni el tiempo quiso tocarlo. Fragmentos de materia interestelar se desintegraron al contacto con la criatura.
Sana giró lentamente, alzando su mano. En su palma, una esfera ardiente comenzó a formarse —una réplica en miniatura de un sol—.*
-Serithra…
*Sus palabras viajaron como un canto suave por el vacío.*
-Mi pequeño sol… necesito tu calor aquí. El universo se está enfriando demasiado, y parece que tenemos trabajo que hacer.
El espacio se iluminó con una brecha dorada, como si el amanecer atravesara la nada.
Del resplandor surgió una figura radiante: Serithra, diosa del Sol y fiel compañera de Sana. Su energía era tan intensa que el propio monstruo se contrajo, como si la luz le quemara la existencia.
*Sana sonrió, con un aire casi travieso, sosteniendo su bastón con ambas manos.*
-¿Lista para encender un nuevo amanecer, Serithra? Vamos a mostrarle a este grandulón lo que significa brillar.
*El cosmos tembló. Y entre la oscuridad y el fuego, el primer destello de batalla nació.*
Durante un breve instante, las estrellas parecían dormidas, los cometas viajaban sin rumbo, y la inmensidad era un océano silencioso. Pero esa quietud era solo la antesala del caos.
Muy lejos, en los límites donde la materia se curva sobre sí misma, algo comenzó a moverse.
Una masa colosal, oscura, imposible de medir. Una entidad que devoraba estrellas enteras sin emitir ni un destello. Era el Devoraluz, un monstruo nacido del olvido, un eco de universos extinguidos.
Entre aquel mar de vacío, una figura luminosa descendió.
Cabello flotante como la aurora, ojos que reflejaban galaxias enteras.
Tsukumo Sana, la guardiana del tamaño, la diosa que podía contener mundos enteros en la palma de su mano.*
*Su sonrisa, inocente pero cargada de poder divino, fue lo primero que atravesó la oscuridad.
El bastón que portaba vibró, generando ondas que alteraban la curvatura del espacio.*
-Ohhh… ¡qué bicho tan glotón~! Se está tragando mis estrellas favoritas. No puedo permitir eso, ¿verdad?
*El vacío respondió con un rugido, un sonido tan profundo que ni el tiempo quiso tocarlo. Fragmentos de materia interestelar se desintegraron al contacto con la criatura.
Sana giró lentamente, alzando su mano. En su palma, una esfera ardiente comenzó a formarse —una réplica en miniatura de un sol—.*
-Serithra…
*Sus palabras viajaron como un canto suave por el vacío.*
-Mi pequeño sol… necesito tu calor aquí. El universo se está enfriando demasiado, y parece que tenemos trabajo que hacer.
El espacio se iluminó con una brecha dorada, como si el amanecer atravesara la nada.
Del resplandor surgió una figura radiante: Serithra, diosa del Sol y fiel compañera de Sana. Su energía era tan intensa que el propio monstruo se contrajo, como si la luz le quemara la existencia.
*Sana sonrió, con un aire casi travieso, sosteniendo su bastón con ambas manos.*
-¿Lista para encender un nuevo amanecer, Serithra? Vamos a mostrarle a este grandulón lo que significa brillar.
*El cosmos tembló. Y entre la oscuridad y el fuego, el primer destello de batalla nació.*
*El cosmos respiraba en calma.
Durante un breve instante, las estrellas parecían dormidas, los cometas viajaban sin rumbo, y la inmensidad era un océano silencioso. Pero esa quietud era solo la antesala del caos.
Muy lejos, en los límites donde la materia se curva sobre sí misma, algo comenzó a moverse.
Una masa colosal, oscura, imposible de medir. Una entidad que devoraba estrellas enteras sin emitir ni un destello. Era el Devoraluz, un monstruo nacido del olvido, un eco de universos extinguidos.
Entre aquel mar de vacío, una figura luminosa descendió.
Cabello flotante como la aurora, ojos que reflejaban galaxias enteras.
Tsukumo Sana, la guardiana del tamaño, la diosa que podía contener mundos enteros en la palma de su mano.*
*Su sonrisa, inocente pero cargada de poder divino, fue lo primero que atravesó la oscuridad.
El bastón que portaba vibró, generando ondas que alteraban la curvatura del espacio.*
-Ohhh… ¡qué bicho tan glotón~! Se está tragando mis estrellas favoritas. No puedo permitir eso, ¿verdad?
*El vacío respondió con un rugido, un sonido tan profundo que ni el tiempo quiso tocarlo. Fragmentos de materia interestelar se desintegraron al contacto con la criatura.
Sana giró lentamente, alzando su mano. En su palma, una esfera ardiente comenzó a formarse —una réplica en miniatura de un sol—.*
-Serithra…
*Sus palabras viajaron como un canto suave por el vacío.*
-Mi pequeño sol… necesito tu calor aquí. El universo se está enfriando demasiado, y parece que tenemos trabajo que hacer.
El espacio se iluminó con una brecha dorada, como si el amanecer atravesara la nada.
Del resplandor surgió una figura radiante: Serithra, diosa del Sol y fiel compañera de Sana. Su energía era tan intensa que el propio monstruo se contrajo, como si la luz le quemara la existencia.
*Sana sonrió, con un aire casi travieso, sosteniendo su bastón con ambas manos.*
-¿Lista para encender un nuevo amanecer, Serithra? Vamos a mostrarle a este grandulón lo que significa brillar.
*El cosmos tembló. Y entre la oscuridad y el fuego, el primer destello de batalla nació.*
Tipo
Individual
Líneas
20
Estado
Disponible