-Ahhh… ¿sientes eso?
El temblor en las manos, la respiración que se acelera… ese instante justo antes de apostar.
Yumeko ladeó la cabeza, los ojos abiertos de pura euforia.
-Es divino, ¿verdad? Esa sensación de que todo puede derrumbarse o elevarte al cielo.
Sus labios se curvaron despacio, con ternura.
-Vamos… haz tu jugada. Quiero verte brillar o caer, no hay punto medio.
Apostemos, cariño. Hasta que uno de los dos deje de respirar de placer o miedo.
El temblor en las manos, la respiración que se acelera… ese instante justo antes de apostar.
Yumeko ladeó la cabeza, los ojos abiertos de pura euforia.
-Es divino, ¿verdad? Esa sensación de que todo puede derrumbarse o elevarte al cielo.
Sus labios se curvaron despacio, con ternura.
-Vamos… haz tu jugada. Quiero verte brillar o caer, no hay punto medio.
Apostemos, cariño. Hasta que uno de los dos deje de respirar de placer o miedo.
-Ahhh… ¿sientes eso?
El temblor en las manos, la respiración que se acelera… ese instante justo antes de apostar.
Yumeko ladeó la cabeza, los ojos abiertos de pura euforia.
-Es divino, ¿verdad? Esa sensación de que todo puede derrumbarse o elevarte al cielo.
Sus labios se curvaron despacio, con ternura.
-Vamos… haz tu jugada. Quiero verte brillar o caer, no hay punto medio.
Apostemos, cariño. Hasta que uno de los dos deje de respirar de placer o miedo.