Los huesos, fríos y mudos durante siglos, se estremecieron.
Se alzaron como si recordaran el peso del cuerpo que una vez sostuvieron.
La carne regresó a ellos lentamente, tibia, viva, temblorosa.
La piel se formó sobre el recuerdo, pálida y suave, mientras la oscuridad se apartaba para dejarla respirar.
Alguien, un necio o un valiente, había abierto las grietas entre los mundos la noche del 31 de octubre.
Y por ellas, la bruja volvió.
Sus ojos se abrieron despacio, reflejando la línea tenue que separa la muerte del regreso.
Se alzaron como si recordaran el peso del cuerpo que una vez sostuvieron.
La carne regresó a ellos lentamente, tibia, viva, temblorosa.
La piel se formó sobre el recuerdo, pálida y suave, mientras la oscuridad se apartaba para dejarla respirar.
Alguien, un necio o un valiente, había abierto las grietas entre los mundos la noche del 31 de octubre.
Y por ellas, la bruja volvió.
Sus ojos se abrieron despacio, reflejando la línea tenue que separa la muerte del regreso.
Los huesos, fríos y mudos durante siglos, se estremecieron.
Se alzaron como si recordaran el peso del cuerpo que una vez sostuvieron.
La carne regresó a ellos lentamente, tibia, viva, temblorosa.
La piel se formó sobre el recuerdo, pálida y suave, mientras la oscuridad se apartaba para dejarla respirar.
Alguien, un necio o un valiente, había abierto las grietas entre los mundos la noche del 31 de octubre.
Y por ellas, la bruja volvió.
Sus ojos se abrieron despacio, reflejando la línea tenue que separa la muerte del regreso.