🕯Gala del Reflejo- Noche de Halloween en MIRROR HAUTE COUTURE 
  Fandom OC
            
  Categoría Original
          
 Evento privado : Solo con invitación física. 
Localización: Salón del Reflejo, Piso 44, MIRROR Headquarters, Seúl.
 
La medianoche cayó sobre Seúl envuelta en una bruma espesa, casi líquida.
El edificio de MIRROR Haute Couture se erguía como un prisma oscuro sobre la avenida vacía, sus ventanales destellando reflejos esmeralda que palpitaban al ritmo del viento.
Esa noche, la ciudad parecía sostener la respiración.
 
No había cámaras. No había prensa.
Solo un ascensor sin botones, activado por una llave grabada con el emblema del ojo y el espejo entrelazados.
Quienes poseían esa llave sabían que el acceso no era un privilegio: era una prueba.
 
Al abrirse las puertas del piso 44, un corredor alfombrado en terciopelo negro guiaba hasta el Salón del Reflejo, clausurado desde hacía más de una década.
Dentro, los muros eran espejos antiguos, agrietados en ciertos puntos, cubiertos de símbolos casi imperceptibles. La luz se movía como un organismo vivo: a veces fría, azulada; otras, cálida y dorada.
El aire olía a incienso, madera quemada y algo metálico, como electricidad contenida.
 
En el centro del salón, Yunseok Wang esperaba.
Vestía un traje de terciopelo oscuro y una camisa negra con detalles metálicos que parecían nacer de su piel. Su mano derecha estaba cubierta por un guante articulado de plata, y una máscara ornamentada plateada, filigranada, ocultaba su expresión, revelando apenas la intensidad de sus ojos.
Detrás de él, un espejo roto devolvía reflejos fragmentados que se movían con independencia del resto.
 
Cuando el último invitado cruzó el umbral, la puerta se cerró por sí sola, sellando el salón con un suave chasquido.
El silencio fue total.
 
—Bienvenidos a la Noche de los Reflejos...
 
Anunció Yunseok, su voz grave resonando como un eco contenido en el mármol
 
— Una velada donde las máscaras no ocultan… revelan la verdad.
 
El humo de incienso verdoso comenzó a elevarse desde el suelo, extendiéndose en espirales que parecían tomar forma. Los espejos vibraron, proyectando imágenes fugaces de los invitados: versiones distorsionadas, futuras, o pasadas. Ninguna idéntica a la que mostraba la realidad.
 
—Cada uno de ustedes fue elegido por lo que esconde
 
Continuó Yunseok, avanzando entre los presentes con la calma de quien domina la escena
 
— Un deseo. Una verdad. Un secreto que aún no ha sido pronunciado.
 
Se detuvo frente al espejo principal, tocando con el guante metálico una de sus grietas. La superficie emitió un sonido leve, como un suspiro.
 
—Esta noche, el reflejo no miente
 
Dijo con una media sonrisa apenas perceptible
 
— Pero cuidado… lo que devuelva puede no pertenecerles ya.
 
Las luces descendieron de golpe.
El sonido del cristal quebrándose rompió el silencio.
Una ráfaga helada recorrió la sala, y por un instante, las sombras sobre los muros parecieron moverse con vida propia.
 
Entonces, una melodía empezó a sonar: cuerdas, percusión suave, un vals antiguo reimaginado con ecos electrónicos.
El ritual había comenzado.
  Localización: Salón del Reflejo, Piso 44, MIRROR Headquarters, Seúl.
La medianoche cayó sobre Seúl envuelta en una bruma espesa, casi líquida.
El edificio de MIRROR Haute Couture se erguía como un prisma oscuro sobre la avenida vacía, sus ventanales destellando reflejos esmeralda que palpitaban al ritmo del viento.
Esa noche, la ciudad parecía sostener la respiración.
No había cámaras. No había prensa.
Solo un ascensor sin botones, activado por una llave grabada con el emblema del ojo y el espejo entrelazados.
Quienes poseían esa llave sabían que el acceso no era un privilegio: era una prueba.
Al abrirse las puertas del piso 44, un corredor alfombrado en terciopelo negro guiaba hasta el Salón del Reflejo, clausurado desde hacía más de una década.
Dentro, los muros eran espejos antiguos, agrietados en ciertos puntos, cubiertos de símbolos casi imperceptibles. La luz se movía como un organismo vivo: a veces fría, azulada; otras, cálida y dorada.
El aire olía a incienso, madera quemada y algo metálico, como electricidad contenida.
En el centro del salón, Yunseok Wang esperaba.
Vestía un traje de terciopelo oscuro y una camisa negra con detalles metálicos que parecían nacer de su piel. Su mano derecha estaba cubierta por un guante articulado de plata, y una máscara ornamentada plateada, filigranada, ocultaba su expresión, revelando apenas la intensidad de sus ojos.
Detrás de él, un espejo roto devolvía reflejos fragmentados que se movían con independencia del resto.
Cuando el último invitado cruzó el umbral, la puerta se cerró por sí sola, sellando el salón con un suave chasquido.
El silencio fue total.
—Bienvenidos a la Noche de los Reflejos...
Anunció Yunseok, su voz grave resonando como un eco contenido en el mármol
— Una velada donde las máscaras no ocultan… revelan la verdad.
El humo de incienso verdoso comenzó a elevarse desde el suelo, extendiéndose en espirales que parecían tomar forma. Los espejos vibraron, proyectando imágenes fugaces de los invitados: versiones distorsionadas, futuras, o pasadas. Ninguna idéntica a la que mostraba la realidad.
—Cada uno de ustedes fue elegido por lo que esconde
Continuó Yunseok, avanzando entre los presentes con la calma de quien domina la escena
— Un deseo. Una verdad. Un secreto que aún no ha sido pronunciado.
Se detuvo frente al espejo principal, tocando con el guante metálico una de sus grietas. La superficie emitió un sonido leve, como un suspiro.
—Esta noche, el reflejo no miente
Dijo con una media sonrisa apenas perceptible
— Pero cuidado… lo que devuelva puede no pertenecerles ya.
Las luces descendieron de golpe.
El sonido del cristal quebrándose rompió el silencio.
Una ráfaga helada recorrió la sala, y por un instante, las sombras sobre los muros parecieron moverse con vida propia.
Entonces, una melodía empezó a sonar: cuerdas, percusión suave, un vals antiguo reimaginado con ecos electrónicos.
El ritual había comenzado.
Evento privado : Solo con invitación física. 
Localización: Salón del Reflejo, Piso 44, MIRROR Headquarters, Seúl.
La medianoche cayó sobre Seúl envuelta en una bruma espesa, casi líquida.
El edificio de MIRROR Haute Couture se erguía como un prisma oscuro sobre la avenida vacía, sus ventanales destellando reflejos esmeralda que palpitaban al ritmo del viento.
Esa noche, la ciudad parecía sostener la respiración.
No había cámaras. No había prensa.
Solo un ascensor sin botones, activado por una llave grabada con el emblema del ojo y el espejo entrelazados.
Quienes poseían esa llave sabían que el acceso no era un privilegio: era una prueba.
Al abrirse las puertas del piso 44, un corredor alfombrado en terciopelo negro guiaba hasta el Salón del Reflejo, clausurado desde hacía más de una década.
Dentro, los muros eran espejos antiguos, agrietados en ciertos puntos, cubiertos de símbolos casi imperceptibles. La luz se movía como un organismo vivo: a veces fría, azulada; otras, cálida y dorada.
El aire olía a incienso, madera quemada y algo metálico, como electricidad contenida.
En el centro del salón, Yunseok Wang esperaba.
Vestía un traje de terciopelo oscuro y una camisa negra con detalles metálicos que parecían nacer de su piel. Su mano derecha estaba cubierta por un guante articulado de plata, y una máscara ornamentada plateada, filigranada, ocultaba su expresión, revelando apenas la intensidad de sus ojos.
Detrás de él, un espejo roto devolvía reflejos fragmentados que se movían con independencia del resto.
Cuando el último invitado cruzó el umbral, la puerta se cerró por sí sola, sellando el salón con un suave chasquido.
El silencio fue total.
—Bienvenidos a la Noche de los Reflejos...
Anunció Yunseok, su voz grave resonando como un eco contenido en el mármol
— Una velada donde las máscaras no ocultan… revelan la verdad.
El humo de incienso verdoso comenzó a elevarse desde el suelo, extendiéndose en espirales que parecían tomar forma. Los espejos vibraron, proyectando imágenes fugaces de los invitados: versiones distorsionadas, futuras, o pasadas. Ninguna idéntica a la que mostraba la realidad.
—Cada uno de ustedes fue elegido por lo que esconde 
Continuó Yunseok, avanzando entre los presentes con la calma de quien domina la escena
— Un deseo. Una verdad. Un secreto que aún no ha sido pronunciado.
Se detuvo frente al espejo principal, tocando con el guante metálico una de sus grietas. La superficie emitió un sonido leve, como un suspiro.
—Esta noche, el reflejo no miente
Dijo con una media sonrisa apenas perceptible
— Pero cuidado… lo que devuelva puede no pertenecerles ya.
Las luces descendieron de golpe.
El sonido del cristal quebrándose rompió el silencio.
Una ráfaga helada recorrió la sala, y por un instante, las sombras sobre los muros parecieron moverse con vida propia.
Entonces, una melodía empezó a sonar: cuerdas, percusión suave, un vals antiguo reimaginado con ecos electrónicos.
El ritual había comenzado.
 
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                                  Grupal
                              
 
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