Se posó sobre una viga, observando.
Tomó una vela caída, la encendió con manos que no temblaban; trazar fuego era más fácil cuando ya no quedaba miedo dentro. Caminó hasta el espejo roto de la habitación. Su reflejo lo miró desde diez fragmentos distintos. Ninguno de ellos parecía humano del todo.
Se posó sobre una viga, observando. Tomó una vela caída, la encendió con manos que no temblaban; trazar fuego era más fácil cuando ya no quedaba miedo dentro. Caminó hasta el espejo roto de la habitación. Su reflejo lo miró desde diez fragmentos distintos. Ninguno de ellos parecía humano del todo.
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