⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ
Bajo la lluvia incesante, Irina se mantenía inmóvil en el cruce. Su gabardina y bototos siempre negros la cubrían por completo, era una forma inconsciente de estar en luto constante por la pérdida de algo que ni siquiera sabía cuándo había comenzado a morir...su propia relación con el presente.
​El semáforo en rojo destellaba intenso sobre el asfalto mojado, un color asfixiante que se reflejaba en sus ojos de un gris cansado de ver lo mismo, fijos en un punto muerto.
Las personas pasaban a su lado, apenas siluetas borrosas en su campo de visión.
​La lluvia golpeaba el paraguas con un sonido tintineante, una banda sonora para el vacío, en su mano, el mango del paraguas era un punto de resistencia. Mantenía una fuerte presión sobre él, la mandíbula levemente tensa...

Era la única manera de contener la melancolía y el sinsabor de su vida que pugnaban por desbordarse.

El agua, al caer del paraguas, golpeaba con fuerza una poza a sus pies, y la salpicadura fría en sus tobillos le recordaba que seguía allí, detenida, esperando un color que tardaba demasiado en llegar.
⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ Bajo la lluvia incesante, Irina se mantenía inmóvil en el cruce. Su gabardina y bototos siempre negros la cubrían por completo, era una forma inconsciente de estar en luto constante por la pérdida de algo que ni siquiera sabía cuándo había comenzado a morir...su propia relación con el presente. ​El semáforo en rojo destellaba intenso sobre el asfalto mojado, un color asfixiante que se reflejaba en sus ojos de un gris cansado de ver lo mismo, fijos en un punto muerto. Las personas pasaban a su lado, apenas siluetas borrosas en su campo de visión. ​La lluvia golpeaba el paraguas con un sonido tintineante, una banda sonora para el vacío, en su mano, el mango del paraguas era un punto de resistencia. Mantenía una fuerte presión sobre él, la mandíbula levemente tensa... Era la única manera de contener la melancolía y el sinsabor de su vida que pugnaban por desbordarse. El agua, al caer del paraguas, golpeaba con fuerza una poza a sus pies, y la salpicadura fría en sus tobillos le recordaba que seguía allí, detenida, esperando un color que tardaba demasiado en llegar.
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