El bar está cargado, huele a cerveza caliente y humo viejo. Estoy en la barra, tranquilo, dándole vueltas al vaso, cuando un tipo empieza a mirarme mal desde el fondo. Le sostengo la mirada sin decir nada, pero el tío decide venir igual.

—¿Tienes algún problema? —me suelta, con más ego que cerebro.
—Solo contigo hablando —le contesto, sin levantarme.

Me empuja, el vaso cae y se hace trizas. Entonces me levanto, despacio. No hace falta mucho: un par de golpes mal dados, una silla que vuela, ruido, gente gritando. Todo acaba rápido.

El tipo queda apartado, y yo me dejo caer al suelo, apoyado en la pared, con la respiración un poco agitada. Tengo un tirante de la camiseta rasgado y el corazón tranquilo. Miro el desastre un segundo, suelto una sonrisa corta y dejo que todo siga girando sin mí.

El bar está cargado, huele a cerveza caliente y humo viejo. Estoy en la barra, tranquilo, dándole vueltas al vaso, cuando un tipo empieza a mirarme mal desde el fondo. Le sostengo la mirada sin decir nada, pero el tío decide venir igual. —¿Tienes algún problema? —me suelta, con más ego que cerebro. —Solo contigo hablando —le contesto, sin levantarme. Me empuja, el vaso cae y se hace trizas. Entonces me levanto, despacio. No hace falta mucho: un par de golpes mal dados, una silla que vuela, ruido, gente gritando. Todo acaba rápido. El tipo queda apartado, y yo me dejo caer al suelo, apoyado en la pared, con la respiración un poco agitada. Tengo un tirante de la camiseta rasgado y el corazón tranquilo. Miro el desastre un segundo, suelto una sonrisa corta y dejo que todo siga girando sin mí.
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