He caminado entre sombras durante siglos, he visto templos caer, he atravesado guerras, inviernos interminables y océanos sin luna.
Pero jamás me arrodillé ante nadie… hasta que te perdí.
Porque no hay destino más cruel que seguir existiendo sin la única razón por la que uno desea seguir vivo.
No me importa cuántas vidas vivas.
No me importa en cuántos cuerpos renazcas.
No me importa si tu alma me rechaza en esta vida o en mil más.
Te encontraré.
Y cuando lo haga, el mundo temblará.
Puedes huir, pero no escapar.
Puedes olvidarme, pero no romper lo que somos.
Puedes cerrar los ojos, pero dentro de ti… seguirás llamándome.
Porque hay amores que no son humanos.
Hay amores que nacen para convertirse en leyenda.
Hay amores que ni la muerte puede enterrar.
El mío lleva siglos pronunciando tu nombre, incluso en silencio.
Es un destino sellado con sangre:
Si tardara cuatrocientos años en encontrarte…
te buscaría cuatrocientos más.
Y si el universo se negara a devolverte,
lo rompería con mis propias manos hasta que lo hiciera.
Porque te amo más allá del bien, del tiempo y de Dios.
Y no existe fuerza que me impida regresar a ti.
Pero jamás me arrodillé ante nadie… hasta que te perdí.
Porque no hay destino más cruel que seguir existiendo sin la única razón por la que uno desea seguir vivo.
No me importa cuántas vidas vivas.
No me importa en cuántos cuerpos renazcas.
No me importa si tu alma me rechaza en esta vida o en mil más.
Te encontraré.
Y cuando lo haga, el mundo temblará.
Puedes huir, pero no escapar.
Puedes olvidarme, pero no romper lo que somos.
Puedes cerrar los ojos, pero dentro de ti… seguirás llamándome.
Porque hay amores que no son humanos.
Hay amores que nacen para convertirse en leyenda.
Hay amores que ni la muerte puede enterrar.
El mío lleva siglos pronunciando tu nombre, incluso en silencio.
Es un destino sellado con sangre:
Si tardara cuatrocientos años en encontrarte…
te buscaría cuatrocientos más.
Y si el universo se negara a devolverte,
lo rompería con mis propias manos hasta que lo hiciera.
Porque te amo más allá del bien, del tiempo y de Dios.
Y no existe fuerza que me impida regresar a ti.
He caminado entre sombras durante siglos, he visto templos caer, he atravesado guerras, inviernos interminables y océanos sin luna.
Pero jamás me arrodillé ante nadie… hasta que te perdí.
Porque no hay destino más cruel que seguir existiendo sin la única razón por la que uno desea seguir vivo.
No me importa cuántas vidas vivas.
No me importa en cuántos cuerpos renazcas.
No me importa si tu alma me rechaza en esta vida o en mil más.
Te encontraré.
Y cuando lo haga, el mundo temblará.
Puedes huir, pero no escapar.
Puedes olvidarme, pero no romper lo que somos.
Puedes cerrar los ojos, pero dentro de ti… seguirás llamándome.
Porque hay amores que no son humanos.
Hay amores que nacen para convertirse en leyenda.
Hay amores que ni la muerte puede enterrar.
El mío lleva siglos pronunciando tu nombre, incluso en silencio.
Es un destino sellado con sangre:
Si tardara cuatrocientos años en encontrarte…
te buscaría cuatrocientos más.
Y si el universo se negara a devolverte,
lo rompería con mis propias manos hasta que lo hiciera.
Porque te amo más allá del bien, del tiempo y de Dios.
Y no existe fuerza que me impida regresar a ti.