⠀⠀ \ ⠀⠀⠀⠀⠀𝓐𝖓𝖍𝖊𝖑𝖔 ⠀⠀ ⠀⠀⠀𝘁𝘂⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 𝗉𝗂𝖾𝗅.
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⠀⠀⠀/ ⠀⠀La habitación está sumida en la penumbra. El reloj marca las tres y algo; las luces de la ciudad apenas se filtran por la ventana, dibujando líneas pálidas sobre el cuerpo agitado del ruso que no lograba conciliar el sueño, lleva horas con las manos crispadas sobre las sábanas, el pecho subiendo y bajando con una ansiedad que le quema los pulmones. En su mente, esa figura vuelve —la del muchacho que se presenta cada noche sobre su cama a susurrarle malos consejos lascivos e impertinentes bajo el nombre del amor, el mismo que solo aparece cuando cierra los ojos.

—Cómo puede alguien provocarme tanto sin ser… —murmura, con la voz áspera y profunda, el aire mismo le dolía o así parecía con su voz desconsolada—. Tu presencia impertinente me enciende, me enferma.. No sos real y aún así te deseo con la violencia de lo tangible.

⎯⎯⎯⎯⎯ Sus dedos se hunden en su propio cabello, desesperado, con una furia, camina por la habitación como un animal encerrado, respirando entrecortado, con los labios temblando de frustración.

—Quién sos, si no te conozco? —pregunta al vacío, mirando la sombra proyectada sobre la pared—. ¿Qué clase de castigo es éste, desear tanto a quien no existe?

⎯⎯⎯⎯⎯ El eco le responde con silencio. apretando los dientes, el pecho le arde, la garganta le pide gritar, pero lo único que sale es un susurro quebrado.

—Espero hallarte algún día… y cuando lo haga, te voy a someter de tal forma que tu voz solo sabrá murmurar mi nombre, una y otra vez, hasta romperse..— Cierra los ojos con fuerza, la respiración desbordada. El deseo se confunde con rabia, la rabia con tristeza, y la tristeza con una necesidad de éxtasis desbordante. Golpea la pared con la palma abierta, jadea, y deja caer la cabeza contra el muro.

—No puedo seguir soñando con vos —susurra, casi sin voz—. Pero si dejo de hacerlo, qué me queda?

El silencio lo traga. Solo queda su respiración entrecortada y ese vacío tibio en el pecho que arde más que el fuego. Afuera, la noche sigue igual, indiferente. Adentro está un pobre ruso cayendo en la locura de lo que no es por anhelar ser amado.

⠀⠀⠀/ ⠀⠀relatos & desconsuelo.
© Ruskov.
⠀⠀ \ ⠀⠀⠀⠀⠀𝓐𝖓𝖍𝖊𝖑𝖔 ⠀⠀ ⠀⠀⠀𝘁𝘂⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 𝗉𝗂𝖾𝗅. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀/ ⠀⠀La habitación está sumida en la penumbra. El reloj marca las tres y algo; las luces de la ciudad apenas se filtran por la ventana, dibujando líneas pálidas sobre el cuerpo agitado del ruso que no lograba conciliar el sueño, lleva horas con las manos crispadas sobre las sábanas, el pecho subiendo y bajando con una ansiedad que le quema los pulmones. En su mente, esa figura vuelve —la del muchacho que se presenta cada noche sobre su cama a susurrarle malos consejos lascivos e impertinentes bajo el nombre del amor, el mismo que solo aparece cuando cierra los ojos. —Cómo puede alguien provocarme tanto sin ser… —murmura, con la voz áspera y profunda, el aire mismo le dolía o así parecía con su voz desconsolada—. Tu presencia impertinente me enciende, me enferma.. No sos real y aún así te deseo con la violencia de lo tangible. ⎯⎯⎯⎯⎯ Sus dedos se hunden en su propio cabello, desesperado, con una furia, camina por la habitación como un animal encerrado, respirando entrecortado, con los labios temblando de frustración. —Quién sos, si no te conozco? —pregunta al vacío, mirando la sombra proyectada sobre la pared—. ¿Qué clase de castigo es éste, desear tanto a quien no existe? ⎯⎯⎯⎯⎯ El eco le responde con silencio. apretando los dientes, el pecho le arde, la garganta le pide gritar, pero lo único que sale es un susurro quebrado. —Espero hallarte algún día… y cuando lo haga, te voy a someter de tal forma que tu voz solo sabrá murmurar mi nombre, una y otra vez, hasta romperse..— Cierra los ojos con fuerza, la respiración desbordada. El deseo se confunde con rabia, la rabia con tristeza, y la tristeza con una necesidad de éxtasis desbordante. Golpea la pared con la palma abierta, jadea, y deja caer la cabeza contra el muro. —No puedo seguir soñando con vos —susurra, casi sin voz—. Pero si dejo de hacerlo, qué me queda? El silencio lo traga. Solo queda su respiración entrecortada y ese vacío tibio en el pecho que arde más que el fuego. Afuera, la noche sigue igual, indiferente. Adentro está un pobre ruso cayendo en la locura de lo que no es por anhelar ser amado. ⠀⠀⠀/ ⠀⠀relatos & desconsuelo. © Ruskov.
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