LA NOCHE DE LOS CERDOS
Fandom LIbre
Categoría Terror
—¿QUÉ ES ESO?
—¡No sé! ¡El auto no enciende!
—¡VÁMONOS! ¡VÁMONOS YA!

*Salí de viaje con mi prometida. Queríamos visitar el campo, escapar de la ciudad, de la rutina. Por eso planeamos escapar. Simplemente avisamos a sus padres que saldríamos a la carretera y ver a dónde nos llevaba el viento. El punto era ir en busca de la aventura y encontrar un buen lugar donde relajarnos y compartir nuestro amor.
Claro que sus padres se preocuparon. Querían saber a dónde íbamos a ir exactamente, pero ni siquiera nosotros lo sabíamos. Aunque para tranquilizar a mis suegros sólo les dije que saldríamos a la carretera hacia el sur, al campo.
Ellos me dijeron que tuviera cuidado, porque era octubre, y se contaban historias sobre una especie de rituales que se llevaban a cabo en esos rumbos.
Como buen hijo del nuevo siglo y de la ciudad, pensaba que esas cosas sólo eran causadas por los prejuicios y la ignorancia de la gente de los pueblos, aunque prometí a mis suegros que conduciría con cuidado.
Así nos fuimos a la carretera mi amada y yo. Le propuse que conduciría todo el día, y que nos quedaríamos ahí donde la noche nos sorprendiera, y ella aceptó. Eso agregaba mayor emoción al viaje, porque no sabíamos dónde íbamos a parar.
Pasamos junto al campo trabajado y sembradíos, junto a varios pueblos pero seguimos mientras el sol seguía su curso. Calculé que habíamos avanzado bastante lejos de la ciudad. Pero cuando el sol comenzó a ocultarse percibí una especie de neblina que poco a poco nos iba envolviendo, como si se tragara al sol. Y así nos sorprendió la noche mientras, al parecer, dejábamos los campos atrás y comenzaba el bosque.
Los árboles facilitaban la neblina, y comencé a sentir la urgencia de llegar a algún lugar poblado. Me sentía inquieto mientras avanzábamos. Sentí que algo nos observaba. No lo vi, pero lo sentí. Como si el bosque respirara. Incluso pensé en volver al último pueblo que habíamos pasado, pero de pronto el auto se apagó.
Quizás por instinto... O no sé qué cosa, tal vez una especie de sexto sentido o una intuición me decía que no debía bajar del auto, aunque lo lógico era revisar el motor y encontrar alguna falla mecánica que hubiera provocado que el auto se apagara. Pero entonces mi amada comenzó a gritar...*

—¿Qué es eso?

*La luna brillaba en el cielo, pero la luz daba un aspecto más lúgubre al bosque. Rodeados por neblina y árboles, no se veía gran cosa.*

—¿Qué cosa?
—¡Ahí! ¡Míralo!

*Miré a donde ella señalaba, y lo vi. Acercándose en la neblina, con paso lento, pero directo hacia nosotros, se acercaba alguien. Pensé que era un hombre, y temí que fuera algún delincuente que quisiera aprovecharse de que estábamos varados. Pero al acercarse más, descubrí que aquella persona tenía una cabeza de cerdo. Pero no parecía una máscara... Parecía algo... Real.*

—¿QUÉ ES ESO?

*Forzaba la llave del auto para encenderlo, pero el motor no reaccionaba.*

—¡No sé! ¡El auto no enciende!
—¡VÁMONOS! ¡VÁMONOS YA!
—¡Arránca, vamos!

*Golpeé el volante con el puño mientras seguía forzando la llave, pero el motor sólo gruñía. No encendía.*

—¡Muévete maldición!

*Mi amor chillaba, asustada, y aquella cosa con cabeza de cerdo seguía acercándose...*
—¿QUÉ ES ESO? —¡No sé! ¡El auto no enciende! —¡VÁMONOS! ¡VÁMONOS YA! *Salí de viaje con mi prometida. Queríamos visitar el campo, escapar de la ciudad, de la rutina. Por eso planeamos escapar. Simplemente avisamos a sus padres que saldríamos a la carretera y ver a dónde nos llevaba el viento. El punto era ir en busca de la aventura y encontrar un buen lugar donde relajarnos y compartir nuestro amor. Claro que sus padres se preocuparon. Querían saber a dónde íbamos a ir exactamente, pero ni siquiera nosotros lo sabíamos. Aunque para tranquilizar a mis suegros sólo les dije que saldríamos a la carretera hacia el sur, al campo. Ellos me dijeron que tuviera cuidado, porque era octubre, y se contaban historias sobre una especie de rituales que se llevaban a cabo en esos rumbos. Como buen hijo del nuevo siglo y de la ciudad, pensaba que esas cosas sólo eran causadas por los prejuicios y la ignorancia de la gente de los pueblos, aunque prometí a mis suegros que conduciría con cuidado. Así nos fuimos a la carretera mi amada y yo. Le propuse que conduciría todo el día, y que nos quedaríamos ahí donde la noche nos sorprendiera, y ella aceptó. Eso agregaba mayor emoción al viaje, porque no sabíamos dónde íbamos a parar. Pasamos junto al campo trabajado y sembradíos, junto a varios pueblos pero seguimos mientras el sol seguía su curso. Calculé que habíamos avanzado bastante lejos de la ciudad. Pero cuando el sol comenzó a ocultarse percibí una especie de neblina que poco a poco nos iba envolviendo, como si se tragara al sol. Y así nos sorprendió la noche mientras, al parecer, dejábamos los campos atrás y comenzaba el bosque. Los árboles facilitaban la neblina, y comencé a sentir la urgencia de llegar a algún lugar poblado. Me sentía inquieto mientras avanzábamos. Sentí que algo nos observaba. No lo vi, pero lo sentí. Como si el bosque respirara. Incluso pensé en volver al último pueblo que habíamos pasado, pero de pronto el auto se apagó. Quizás por instinto... O no sé qué cosa, tal vez una especie de sexto sentido o una intuición me decía que no debía bajar del auto, aunque lo lógico era revisar el motor y encontrar alguna falla mecánica que hubiera provocado que el auto se apagara. Pero entonces mi amada comenzó a gritar...* —¿Qué es eso? *La luna brillaba en el cielo, pero la luz daba un aspecto más lúgubre al bosque. Rodeados por neblina y árboles, no se veía gran cosa.* —¿Qué cosa? —¡Ahí! ¡Míralo! *Miré a donde ella señalaba, y lo vi. Acercándose en la neblina, con paso lento, pero directo hacia nosotros, se acercaba alguien. Pensé que era un hombre, y temí que fuera algún delincuente que quisiera aprovecharse de que estábamos varados. Pero al acercarse más, descubrí que aquella persona tenía una cabeza de cerdo. Pero no parecía una máscara... Parecía algo... Real.* —¿QUÉ ES ESO? *Forzaba la llave del auto para encenderlo, pero el motor no reaccionaba.* —¡No sé! ¡El auto no enciende! —¡VÁMONOS! ¡VÁMONOS YA! —¡Arránca, vamos! *Golpeé el volante con el puño mientras seguía forzando la llave, pero el motor sólo gruñía. No encendía.* —¡Muévete maldición! *Mi amor chillaba, asustada, y aquella cosa con cabeza de cerdo seguía acercándose...*
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Individual
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