Kael seguía en la misma posición, encorvado sobre el tejado, mirando el cielo estrellado con una expresión tan vacía que ya parecía parte del paisaje.
Habían pasado seis horas. Seis. Enteras.
Y el maldito noble seguía sin salir.

Apoyaba la mejilla en su mano.
El aire helado le rozaba la cara, pero lo que realmente lo estaba matando era la falta de circulación en las piernas.
─ No siento los pies... ni las rodillas...

Suspiró con voz seca. Intentó moverse un poco, pero el crujido de su rodilla sonó como si hubiera pisado un palo seco.
Kael seguía en la misma posición, encorvado sobre el tejado, mirando el cielo estrellado con una expresión tan vacía que ya parecía parte del paisaje. Habían pasado seis horas. Seis. Enteras. Y el maldito noble seguía sin salir. Apoyaba la mejilla en su mano. El aire helado le rozaba la cara, pero lo que realmente lo estaba matando era la falta de circulación en las piernas. ─ No siento los pies... ni las rodillas... Suspiró con voz seca. Intentó moverse un poco, pero el crujido de su rodilla sonó como si hubiera pisado un palo seco.
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