« […] Tenías apenas veinte veranos recién cumplidos, pero eso no te impidió tomar la vieja armadura de tu hermano. La hoja de su espada era tan alta como tú, pero tu coraje te dio la fuerza para arreciar y blandirla como si se tratase de las ramas con las que arreabas a las cabras en tu niñez.

Nunca olvidaré lo orgullosa que me sentí de ti, incluso en medio del terror que había caído sobre nosotros.

Pero las sombras eran altas y numerosas, y la noche su aliada. Nos habían tomado por sorpresa. Se escurrían cada que el filo las atravesaba. Se esfumaban cada que las llamas se les acercaban. Sumidos en la desesperación, los hombres fueron cayendo uno a uno, sin vida. Y con las cuencas de los ojos llorando negra peste, de nuevo se pusieron en pie; sus almas no eran ya, convertidos en títeres sin más.

¿Qué podías haber hecho tú sola contra . . . eso?

En el reflejo de tu valentía, pude ver que tú también lo supiste. Al fondo de aquella mirada férrea, sabía que habías encontrado el final del camino. Que habías aceptado también tu inevitable destino. Te tomaron, y junto a las más jóvenes de la villa, se las llevaron—al resto, nos desecharon. Si tan solo pudiera saber si estás bien. Mi amada hija, mi Verl— . . . »

〚 El resto del texto es ilegible debido a un espeso manchón de sangre seca. 〛

✝ Extracto del diario de la madre de Sathôna encontrado cerca de Châlons-en-Champagne. Circa 1136.





https://youtu.be/aJyf-T-yUv0
« […] Tenías apenas veinte veranos recién cumplidos, pero eso no te impidió tomar la vieja armadura de tu hermano. La hoja de su espada era tan alta como tú, pero tu coraje te dio la fuerza para arreciar y blandirla como si se tratase de las ramas con las que arreabas a las cabras en tu niñez. Nunca olvidaré lo orgullosa que me sentí de ti, incluso en medio del terror que había caído sobre nosotros. Pero las sombras eran altas y numerosas, y la noche su aliada. Nos habían tomado por sorpresa. Se escurrían cada que el filo las atravesaba. Se esfumaban cada que las llamas se les acercaban. Sumidos en la desesperación, los hombres fueron cayendo uno a uno, sin vida. Y con las cuencas de los ojos llorando negra peste, de nuevo se pusieron en pie; sus almas no eran ya, convertidos en títeres sin más. ¿Qué podías haber hecho tú sola contra . . . eso? En el reflejo de tu valentía, pude ver que tú también lo supiste. Al fondo de aquella mirada férrea, sabía que habías encontrado el final del camino. Que habías aceptado también tu inevitable destino. Te tomaron, y junto a las más jóvenes de la villa, se las llevaron—al resto, nos desecharon. Si tan solo pudiera saber si estás bien. Mi amada hija, mi Verl— . . . » 〚 El resto del texto es ilegible debido a un espeso manchón de sangre seca. 〛 ✝ Extracto del diario de la madre de Sathôna encontrado cerca de Châlons-en-Champagne. Circa 1136. https://youtu.be/aJyf-T-yUv0
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