Luna Aurelian Reis había vuelto a brillar.
Después de años de silencio, de encierro y rumores, aquella noche la dueña de REI-TECH Technology reaparecía bajo los reflectores, vestida con la elegancia sombría que la caracterizaba: un conjunto negro de espalda descubierta, adornado con patrones simbólicos, mezcla de misticismo y poder.
Las cámaras no tardaron en rodearla. Los flashes se cruzaban como relámpagos, intentando capturar cada matiz de su expresión —una serenidad gélida, una mirada cargada de historia. Su paso era firme, pausado, como si cada movimiento calculado representara una declaración: Luna Reis ha regresado, y no hay quien la eclipse.
Tras el escándalo mediático de su divorcio con Seiko Nura, las pérdidas empresariales y la posterior muerte de su primer esposo Elian, muchos creyeron que Luna desaparecería por completo. Pero había renacido.
Bajo su mando, REI-TECH no solo se recuperó: ascendió al puesto número uno global, dominando el sector tecnológico con innovaciones en inteligencia sintética y armamento táctico.
Esa noche, la gala celebraba precisamente el renacimiento del imperio que ella había reconstruido desde las ruinas. Los murmullos se mezclaban:
—“¿Es ella?”
—“Más fría… más fuerte.”
—“Dicen que volvió a dirigir todo personalmente.”
Luna solo sonrió con un gesto imperceptible.
Sus hijos, Sain y Eliana, no la acompañaban —ella había preferido mantenerlos lejos del foco público, preservando lo poco que quedaba de su intimidad familiar. Y aunque su hermano Constantin Reis estaba en el mismo recinto, ninguno buscó cruzar miradas todavía.
En el fondo, mientras el vino tintaba las copas y la música llenaba el salón, Luna alzó la vista hacia los ventanales iluminados. Sabía que la gente vería una empresaria renacida, una mujer poderosa. Pero bajo la superficie, ella seguía siendo la misma estratega que había aprendido —a golpes del destino— que a veces, para seguir viva, hay que reconstruirse desde la oscuridad.
Y en esa gala, bajo la lluvia de flashes, Luna Aurelian Reis brilló con la misma intensidad que una estrella… de esas que arden justo antes de hacerse eternas.
Después de años de silencio, de encierro y rumores, aquella noche la dueña de REI-TECH Technology reaparecía bajo los reflectores, vestida con la elegancia sombría que la caracterizaba: un conjunto negro de espalda descubierta, adornado con patrones simbólicos, mezcla de misticismo y poder.
Las cámaras no tardaron en rodearla. Los flashes se cruzaban como relámpagos, intentando capturar cada matiz de su expresión —una serenidad gélida, una mirada cargada de historia. Su paso era firme, pausado, como si cada movimiento calculado representara una declaración: Luna Reis ha regresado, y no hay quien la eclipse.
Tras el escándalo mediático de su divorcio con Seiko Nura, las pérdidas empresariales y la posterior muerte de su primer esposo Elian, muchos creyeron que Luna desaparecería por completo. Pero había renacido.
Bajo su mando, REI-TECH no solo se recuperó: ascendió al puesto número uno global, dominando el sector tecnológico con innovaciones en inteligencia sintética y armamento táctico.
Esa noche, la gala celebraba precisamente el renacimiento del imperio que ella había reconstruido desde las ruinas. Los murmullos se mezclaban:
—“¿Es ella?”
—“Más fría… más fuerte.”
—“Dicen que volvió a dirigir todo personalmente.”
Luna solo sonrió con un gesto imperceptible.
Sus hijos, Sain y Eliana, no la acompañaban —ella había preferido mantenerlos lejos del foco público, preservando lo poco que quedaba de su intimidad familiar. Y aunque su hermano Constantin Reis estaba en el mismo recinto, ninguno buscó cruzar miradas todavía.
En el fondo, mientras el vino tintaba las copas y la música llenaba el salón, Luna alzó la vista hacia los ventanales iluminados. Sabía que la gente vería una empresaria renacida, una mujer poderosa. Pero bajo la superficie, ella seguía siendo la misma estratega que había aprendido —a golpes del destino— que a veces, para seguir viva, hay que reconstruirse desde la oscuridad.
Y en esa gala, bajo la lluvia de flashes, Luna Aurelian Reis brilló con la misma intensidad que una estrella… de esas que arden justo antes de hacerse eternas.
Luna Aurelian Reis había vuelto a brillar.
Después de años de silencio, de encierro y rumores, aquella noche la dueña de REI-TECH Technology reaparecía bajo los reflectores, vestida con la elegancia sombría que la caracterizaba: un conjunto negro de espalda descubierta, adornado con patrones simbólicos, mezcla de misticismo y poder.
Las cámaras no tardaron en rodearla. Los flashes se cruzaban como relámpagos, intentando capturar cada matiz de su expresión —una serenidad gélida, una mirada cargada de historia. Su paso era firme, pausado, como si cada movimiento calculado representara una declaración: Luna Reis ha regresado, y no hay quien la eclipse.
Tras el escándalo mediático de su divorcio con Seiko Nura, las pérdidas empresariales y la posterior muerte de su primer esposo Elian, muchos creyeron que Luna desaparecería por completo. Pero había renacido.
Bajo su mando, REI-TECH no solo se recuperó: ascendió al puesto número uno global, dominando el sector tecnológico con innovaciones en inteligencia sintética y armamento táctico.
Esa noche, la gala celebraba precisamente el renacimiento del imperio que ella había reconstruido desde las ruinas. Los murmullos se mezclaban:
—“¿Es ella?”
—“Más fría… más fuerte.”
—“Dicen que volvió a dirigir todo personalmente.”
Luna solo sonrió con un gesto imperceptible.
Sus hijos, Sain y Eliana, no la acompañaban —ella había preferido mantenerlos lejos del foco público, preservando lo poco que quedaba de su intimidad familiar. Y aunque su hermano Constantin Reis estaba en el mismo recinto, ninguno buscó cruzar miradas todavía.
En el fondo, mientras el vino tintaba las copas y la música llenaba el salón, Luna alzó la vista hacia los ventanales iluminados. Sabía que la gente vería una empresaria renacida, una mujer poderosa. Pero bajo la superficie, ella seguía siendo la misma estratega que había aprendido —a golpes del destino— que a veces, para seguir viva, hay que reconstruirse desde la oscuridad.
Y en esa gala, bajo la lluvia de flashes, Luna Aurelian Reis brilló con la misma intensidad que una estrella… de esas que arden justo antes de hacerse eternas.