CAP .1 Fenix
La sala de juntas estaba impregnada de un aire pesado para ser una empresa farmacéutica, El murmullo de voces de los médicos presentando una nueva medicina para el estrés se mezclaba con el golpeteo de plumas sobre libretas de Lilith algo adormilada pues llevaba días sin dormir, aún así se veía impecable en su papel de directora de comunicación, sostenía la mirada de los médicos mientras exponía todo referente a ala nueva medicina.
Pero entonces, un estruendo la inundó, un zumbido, primero leve, como un eco en sus huesos, luego, una vibración que ascendió por su piel hasta hacerla sentir como si su propio cuerpo fuera un tambor resonando con un ritmo ajeno.
—Disculpen… —su voz se quebró, apenas un susurro mientras se levantaba siendo seguida por la mirada de Caleb quien se sentaba en la cabeza de la mesa—. Me siento indispuesta.
No esperó respuesta. Se levantó con la calma como si nada pasara aún que su cuerpo estaba experimentando algo que no conocía, salió de la sala, cerrando la puerta tras de sí. El pasillo se convirtió en un túnel de sombras. Cada paso la acercaba a un fuego invisible que crepitaba bajo su piel.
En su oficina, cerró con llave sentía como el aire su alrededor se volvió denso, cargado de electricidad. Una flama recorrió su cuerpo, no como dolor, sino como un despertar: calor, magia, fuerza, poder. Sus manos temblorosas buscaron entre los estantes un libro antiguo, uno que nunca había abierto. Al tocarlo, el papel se encendió en un fuego vivaz y poderoso que la sorprendió tirando el libro al suelo viéndolo asustado como era consumido por las llamas.
Las cenizas fueron lo único que quedó en el suelo, y aún con la ligera brisa que había en su oficina se movieron hasta dibujar la silueta de un ave fénix que desplegó sus alas incandescentes frente a ella. El símbolo ardía frente a sus ojos y con él, su cuerpo ardió aún más fuerte.
—Lilith… —la voz de Caleb golpeó la puerta desde afuera—. ¡Ábreme!
Ella apenas pudo sostenerse. El calor era insoportable, como si su piel se fundiera con un fuego ancestral. Cayó de rodillas, y antes de perder la conciencia, escuchó una voz femenina dentro de su cabeza una que había estado evitando desde años atrás.
"Como el fénix, regreso, como el fuego me avivó y con mis cenizas manchare a quienes me olvidaron"
El golpe de la puerta al romperse resonó como un trueno. Caleb entró, y lo que vio lo dejó helado: su hermana tendida en el suelo, el cuerpo ardiendo en un calor imposible.
—¡Dios mío, Lilith! ¡Llamen a emergencias rápido!—gritó, marcando de inmediato a emergencias.
El ambiente en la oficina se tenso, todos mirando preocupados a Lilith hasta que algo más poderoso opaco la escena, el sol siendo consumido por la oscuridad, un eclipse.
Y mientras todos desviaban la vista a como la luz se iba por unos segundos, Caleb sostenía a Lilith en brazos mirando con temor el eclipse rogando por qué no fuera lo que imaginaba, y poco después el horror lo atravesó: en el cuello de Lilith, como si la piel misma se hubiera convertido en pergamino ardiente, comenzaba a formarse un tatuaje. El fénix, eterno, reclamando su lugar en la carne y alma de su hermana.
La sala de juntas estaba impregnada de un aire pesado para ser una empresa farmacéutica, El murmullo de voces de los médicos presentando una nueva medicina para el estrés se mezclaba con el golpeteo de plumas sobre libretas de Lilith algo adormilada pues llevaba días sin dormir, aún así se veía impecable en su papel de directora de comunicación, sostenía la mirada de los médicos mientras exponía todo referente a ala nueva medicina.
Pero entonces, un estruendo la inundó, un zumbido, primero leve, como un eco en sus huesos, luego, una vibración que ascendió por su piel hasta hacerla sentir como si su propio cuerpo fuera un tambor resonando con un ritmo ajeno.
—Disculpen… —su voz se quebró, apenas un susurro mientras se levantaba siendo seguida por la mirada de Caleb quien se sentaba en la cabeza de la mesa—. Me siento indispuesta.
No esperó respuesta. Se levantó con la calma como si nada pasara aún que su cuerpo estaba experimentando algo que no conocía, salió de la sala, cerrando la puerta tras de sí. El pasillo se convirtió en un túnel de sombras. Cada paso la acercaba a un fuego invisible que crepitaba bajo su piel.
En su oficina, cerró con llave sentía como el aire su alrededor se volvió denso, cargado de electricidad. Una flama recorrió su cuerpo, no como dolor, sino como un despertar: calor, magia, fuerza, poder. Sus manos temblorosas buscaron entre los estantes un libro antiguo, uno que nunca había abierto. Al tocarlo, el papel se encendió en un fuego vivaz y poderoso que la sorprendió tirando el libro al suelo viéndolo asustado como era consumido por las llamas.
Las cenizas fueron lo único que quedó en el suelo, y aún con la ligera brisa que había en su oficina se movieron hasta dibujar la silueta de un ave fénix que desplegó sus alas incandescentes frente a ella. El símbolo ardía frente a sus ojos y con él, su cuerpo ardió aún más fuerte.
—Lilith… —la voz de Caleb golpeó la puerta desde afuera—. ¡Ábreme!
Ella apenas pudo sostenerse. El calor era insoportable, como si su piel se fundiera con un fuego ancestral. Cayó de rodillas, y antes de perder la conciencia, escuchó una voz femenina dentro de su cabeza una que había estado evitando desde años atrás.
"Como el fénix, regreso, como el fuego me avivó y con mis cenizas manchare a quienes me olvidaron"
El golpe de la puerta al romperse resonó como un trueno. Caleb entró, y lo que vio lo dejó helado: su hermana tendida en el suelo, el cuerpo ardiendo en un calor imposible.
—¡Dios mío, Lilith! ¡Llamen a emergencias rápido!—gritó, marcando de inmediato a emergencias.
El ambiente en la oficina se tenso, todos mirando preocupados a Lilith hasta que algo más poderoso opaco la escena, el sol siendo consumido por la oscuridad, un eclipse.
Y mientras todos desviaban la vista a como la luz se iba por unos segundos, Caleb sostenía a Lilith en brazos mirando con temor el eclipse rogando por qué no fuera lo que imaginaba, y poco después el horror lo atravesó: en el cuello de Lilith, como si la piel misma se hubiera convertido en pergamino ardiente, comenzaba a formarse un tatuaje. El fénix, eterno, reclamando su lugar en la carne y alma de su hermana.
CAP .1 Fenix
La sala de juntas estaba impregnada de un aire pesado para ser una empresa farmacéutica, El murmullo de voces de los médicos presentando una nueva medicina para el estrés se mezclaba con el golpeteo de plumas sobre libretas de Lilith algo adormilada pues llevaba días sin dormir, aún así se veía impecable en su papel de directora de comunicación, sostenía la mirada de los médicos mientras exponía todo referente a ala nueva medicina.
Pero entonces, un estruendo la inundó, un zumbido, primero leve, como un eco en sus huesos, luego, una vibración que ascendió por su piel hasta hacerla sentir como si su propio cuerpo fuera un tambor resonando con un ritmo ajeno.
—Disculpen… —su voz se quebró, apenas un susurro mientras se levantaba siendo seguida por la mirada de Caleb quien se sentaba en la cabeza de la mesa—. Me siento indispuesta.
No esperó respuesta. Se levantó con la calma como si nada pasara aún que su cuerpo estaba experimentando algo que no conocía, salió de la sala, cerrando la puerta tras de sí. El pasillo se convirtió en un túnel de sombras. Cada paso la acercaba a un fuego invisible que crepitaba bajo su piel.
En su oficina, cerró con llave sentía como el aire su alrededor se volvió denso, cargado de electricidad. Una flama recorrió su cuerpo, no como dolor, sino como un despertar: calor, magia, fuerza, poder. Sus manos temblorosas buscaron entre los estantes un libro antiguo, uno que nunca había abierto. Al tocarlo, el papel se encendió en un fuego vivaz y poderoso que la sorprendió tirando el libro al suelo viéndolo asustado como era consumido por las llamas.
Las cenizas fueron lo único que quedó en el suelo, y aún con la ligera brisa que había en su oficina se movieron hasta dibujar la silueta de un ave fénix que desplegó sus alas incandescentes frente a ella. El símbolo ardía frente a sus ojos y con él, su cuerpo ardió aún más fuerte.
—Lilith… —la voz de Caleb golpeó la puerta desde afuera—. ¡Ábreme!
Ella apenas pudo sostenerse. El calor era insoportable, como si su piel se fundiera con un fuego ancestral. Cayó de rodillas, y antes de perder la conciencia, escuchó una voz femenina dentro de su cabeza una que había estado evitando desde años atrás.
"Como el fénix, regreso, como el fuego me avivó y con mis cenizas manchare a quienes me olvidaron"
El golpe de la puerta al romperse resonó como un trueno. Caleb entró, y lo que vio lo dejó helado: su hermana tendida en el suelo, el cuerpo ardiendo en un calor imposible.
—¡Dios mío, Lilith! ¡Llamen a emergencias rápido!—gritó, marcando de inmediato a emergencias.
El ambiente en la oficina se tenso, todos mirando preocupados a Lilith hasta que algo más poderoso opaco la escena, el sol siendo consumido por la oscuridad, un eclipse.
Y mientras todos desviaban la vista a como la luz se iba por unos segundos, Caleb sostenía a Lilith en brazos mirando con temor el eclipse rogando por qué no fuera lo que imaginaba, y poco después el horror lo atravesó: en el cuello de Lilith, como si la piel misma se hubiera convertido en pergamino ardiente, comenzaba a formarse un tatuaje. El fénix, eterno, reclamando su lugar en la carne y alma de su hermana.

