Pesadilla de Eliana: el reflejo que devora
Eliana se encontraba sola en un pasillo interminable. Las paredes estaban húmedas, respiraban, y cada paso que daba resonaba como si mil voces susurraran su nombre. Al final del corredor, la puerta se abrió sola. Dentro, no había nada más que un espejo enorme que cubría toda la pared.
Cuando se miró, no vio su reflejo real: la figura frente a ella era la misma, pero con cabellos más oscuros, ojos rojos encendidos y una sonrisa cruel que se estiraba demasiado.
—¿De verdad pensaste que serías diferente a él? —susurró la otra Eliana, con voz rota y burlona—. Igual que tu padre, igual que tu madre… abandonando todo lo que no puedes sostener.
Eliana retrocedió, negando con la cabeza.
—¡No! ¡Yo no soy como ellos!
El reflejo salió del espejo como si la superficie fuera agua, con movimientos torcidos. Era ella misma, pero más alta, con cadenas negras en las manos. La atrapó del cuello, obligándola a mirarla.
—Siempre quisiste salvar… pero lo único que tocas, lo marchitas. —la oscura le pasó la lengua por la mejilla, igual que un depredador saboreando su presa—. No eres la Diosa de la Vida… eres la portadora de la putrefacción.
Eliana sintió cómo sus manos empezaban a pudrirse, la piel cayéndose a pedazos, mientras su reflejo reía. Intentó invocar su poder, pero en vez de luz, solo salió humo negro que la ahogaba más y más.
Detrás de la figura oscura aparecieron escenas: Sain, su hermano, dándole la espalda con los ojos llenos de desprecio. Su padre alejándose, sin mirar atrás. Su madre llorando, repitiendo que ella no era suficiente. Y en medio de todo, las pastillas, el alcohol, el vacío que la consumía.
—¿Ves? No eres víctima… eres tu peor verdugo. Yo soy lo que siempre fuiste. Yo soy tú.
Las cadenas la arrastraron al suelo, inmovilizándola. La otra Eliana se inclinó hasta quedar cara a cara, y sus ojos rojos ardieron como brasas.
—Cuando despiertes… seguiré dentro de ti. Y cada día que respires, me harás más fuerte.
El grito de Eliana desgarró la oscuridad, pero nadie la escuchó. Solo el eco de sí misma, devorándola.
Cerro los ojos con fuerza, soltando un grito desgarrador despertando en su cuarto a oscuras
-noooooo!!!!
Jadeaba, agitada voletando ver aterrada al espejo en su cuarto viendola ahi, ella quien esperaba en las sombras, eliana lloraba en silencio apretando las sabanas
-no....no eres yo.....tu no existes....
---
Eliana se encontraba sola en un pasillo interminable. Las paredes estaban húmedas, respiraban, y cada paso que daba resonaba como si mil voces susurraran su nombre. Al final del corredor, la puerta se abrió sola. Dentro, no había nada más que un espejo enorme que cubría toda la pared.
Cuando se miró, no vio su reflejo real: la figura frente a ella era la misma, pero con cabellos más oscuros, ojos rojos encendidos y una sonrisa cruel que se estiraba demasiado.
—¿De verdad pensaste que serías diferente a él? —susurró la otra Eliana, con voz rota y burlona—. Igual que tu padre, igual que tu madre… abandonando todo lo que no puedes sostener.
Eliana retrocedió, negando con la cabeza.
—¡No! ¡Yo no soy como ellos!
El reflejo salió del espejo como si la superficie fuera agua, con movimientos torcidos. Era ella misma, pero más alta, con cadenas negras en las manos. La atrapó del cuello, obligándola a mirarla.
—Siempre quisiste salvar… pero lo único que tocas, lo marchitas. —la oscura le pasó la lengua por la mejilla, igual que un depredador saboreando su presa—. No eres la Diosa de la Vida… eres la portadora de la putrefacción.
Eliana sintió cómo sus manos empezaban a pudrirse, la piel cayéndose a pedazos, mientras su reflejo reía. Intentó invocar su poder, pero en vez de luz, solo salió humo negro que la ahogaba más y más.
Detrás de la figura oscura aparecieron escenas: Sain, su hermano, dándole la espalda con los ojos llenos de desprecio. Su padre alejándose, sin mirar atrás. Su madre llorando, repitiendo que ella no era suficiente. Y en medio de todo, las pastillas, el alcohol, el vacío que la consumía.
—¿Ves? No eres víctima… eres tu peor verdugo. Yo soy lo que siempre fuiste. Yo soy tú.
Las cadenas la arrastraron al suelo, inmovilizándola. La otra Eliana se inclinó hasta quedar cara a cara, y sus ojos rojos ardieron como brasas.
—Cuando despiertes… seguiré dentro de ti. Y cada día que respires, me harás más fuerte.
El grito de Eliana desgarró la oscuridad, pero nadie la escuchó. Solo el eco de sí misma, devorándola.
Cerro los ojos con fuerza, soltando un grito desgarrador despertando en su cuarto a oscuras
-noooooo!!!!
Jadeaba, agitada voletando ver aterrada al espejo en su cuarto viendola ahi, ella quien esperaba en las sombras, eliana lloraba en silencio apretando las sabanas
-no....no eres yo.....tu no existes....
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🌑 Pesadilla de Eliana: el reflejo que devora 🌑
Eliana se encontraba sola en un pasillo interminable. Las paredes estaban húmedas, respiraban, y cada paso que daba resonaba como si mil voces susurraran su nombre. Al final del corredor, la puerta se abrió sola. Dentro, no había nada más que un espejo enorme que cubría toda la pared.
Cuando se miró, no vio su reflejo real: la figura frente a ella era la misma, pero con cabellos más oscuros, ojos rojos encendidos y una sonrisa cruel que se estiraba demasiado.
—¿De verdad pensaste que serías diferente a él? —susurró la otra Eliana, con voz rota y burlona—. Igual que tu padre, igual que tu madre… abandonando todo lo que no puedes sostener.
Eliana retrocedió, negando con la cabeza.
—¡No! ¡Yo no soy como ellos!
El reflejo salió del espejo como si la superficie fuera agua, con movimientos torcidos. Era ella misma, pero más alta, con cadenas negras en las manos. La atrapó del cuello, obligándola a mirarla.
—Siempre quisiste salvar… pero lo único que tocas, lo marchitas. —la oscura le pasó la lengua por la mejilla, igual que un depredador saboreando su presa—. No eres la Diosa de la Vida… eres la portadora de la putrefacción.
Eliana sintió cómo sus manos empezaban a pudrirse, la piel cayéndose a pedazos, mientras su reflejo reía. Intentó invocar su poder, pero en vez de luz, solo salió humo negro que la ahogaba más y más.
Detrás de la figura oscura aparecieron escenas: Sain, su hermano, dándole la espalda con los ojos llenos de desprecio. Su padre alejándose, sin mirar atrás. Su madre llorando, repitiendo que ella no era suficiente. Y en medio de todo, las pastillas, el alcohol, el vacío que la consumía.
—¿Ves? No eres víctima… eres tu peor verdugo. Yo soy lo que siempre fuiste. Yo soy tú.
Las cadenas la arrastraron al suelo, inmovilizándola. La otra Eliana se inclinó hasta quedar cara a cara, y sus ojos rojos ardieron como brasas.
—Cuando despiertes… seguiré dentro de ti. Y cada día que respires, me harás más fuerte.
El grito de Eliana desgarró la oscuridad, pero nadie la escuchó. Solo el eco de sí misma, devorándola.
Cerro los ojos con fuerza, soltando un grito desgarrador despertando en su cuarto a oscuras
-noooooo!!!!
Jadeaba, agitada voletando ver aterrada al espejo en su cuarto viendola ahi, ella quien esperaba en las sombras, eliana lloraba en silencio apretando las sabanas
-no....no eres yo.....tu no existes....
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