La carpa está en penumbra, iluminada solo por algunas linternas colgantes que oscilan suavemente con el viento nocturno. Se escucha un crujido: un par de figuras encapuchadas se cuelan entre las cortinas, cuchicheando y revisando las cajas de utilería. De pronto, una voz clara y suave resuena en la oscuridad.

Showman (tono casual):
—Oh... qué sorpresa tan encantadora.

Los ladrones se tensan y giran. El showman está de pie sobre el escenario, iluminado por un único haz de luz que parece haber surgido de la nada. Sonríe, con su bastón apoyado en el hombro.

Showman (caminando lentamente hacia ellos):
—Verán, no es común tener visitantes a estas horas. Pero me gusta pensar que toda interrupción es... —da un giro elegante con el bastón— ...una oportunidad para entretener.

Los ladrones se miran entre sí, uno de ellos da un paso atrás. El showman sigue avanzando sin perder la sonrisa.

Showman (tono amable, casi alegre):
—Qué bueno que vienen. Me faltaba gente para el acto de las bestias.

De pronto, las linternas parpadean y la carpa se llena de un resplandor rojizo, casi sobrenatural. La luz proyecta sombras monstruosas de los objetos del circo sobre la lona, como si todo cobrara vida. Se escuchan dos respiraciones entrecortadas y, de repente, dos gritos ahogados se rompen en el aire.

El resplandor desaparece. Silencio absoluto.

Cuando las luces vuelven a su tono normal, el showman está solo en medio de la carpa. Su bastón golpea suavemente el suelo, y sonríe para sí mismo.

Showman (voz tranquila, casi como si hablara a alguien invisible):
—Perfecto. Justo lo que necesitábamos para el ensayo.

Hace una pequeña reverencia, como si hubiera terminado un acto frente a un público imaginario.
La carpa está en penumbra, iluminada solo por algunas linternas colgantes que oscilan suavemente con el viento nocturno. Se escucha un crujido: un par de figuras encapuchadas se cuelan entre las cortinas, cuchicheando y revisando las cajas de utilería. De pronto, una voz clara y suave resuena en la oscuridad. Showman (tono casual): —Oh... qué sorpresa tan encantadora. Los ladrones se tensan y giran. El showman está de pie sobre el escenario, iluminado por un único haz de luz que parece haber surgido de la nada. Sonríe, con su bastón apoyado en el hombro. Showman (caminando lentamente hacia ellos): —Verán, no es común tener visitantes a estas horas. Pero me gusta pensar que toda interrupción es... —da un giro elegante con el bastón— ...una oportunidad para entretener. Los ladrones se miran entre sí, uno de ellos da un paso atrás. El showman sigue avanzando sin perder la sonrisa. Showman (tono amable, casi alegre): —Qué bueno que vienen. Me faltaba gente para el acto de las bestias. De pronto, las linternas parpadean y la carpa se llena de un resplandor rojizo, casi sobrenatural. La luz proyecta sombras monstruosas de los objetos del circo sobre la lona, como si todo cobrara vida. Se escuchan dos respiraciones entrecortadas y, de repente, dos gritos ahogados se rompen en el aire. El resplandor desaparece. Silencio absoluto. Cuando las luces vuelven a su tono normal, el showman está solo en medio de la carpa. Su bastón golpea suavemente el suelo, y sonríe para sí mismo. Showman (voz tranquila, casi como si hablara a alguien invisible): —Perfecto. Justo lo que necesitábamos para el ensayo. Hace una pequeña reverencia, como si hubiera terminado un acto frente a un público imaginario.
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