La puerta del apartamento se cerró con un golpe seco. Michael apoyó la espalda contra ella y dejó escapar un largo suspiro. Sus pasos resonaron en el suelo de madera mientras se dirigía al perchero, se quitaba el saco y lo lanzaba sobre la silla con un gesto cansado pero elegante.
Frente al espejo, comenzó a abotonarse la camisa despacio, casi como si fuera parte de un ritual.
—Damas y caballeros del jurado —murmuró para sí, con una media sonrisa—, permítanme presentarles la evidencia que nadie vio venir…
Encendió su laptop con un golpe teatral sobre la tapa. La pantalla iluminó su rostro, resaltando la expresión de satisfacción que solo un abogado que acaba de ganar media batalla podía tener.
Sacó los anteojos del bolsillo, los conectó y se cruzó de brazos mientras el video empezaba a reproducirse. Allí estaba todo: las reuniones clandestinas, los sobornos, el plan para incriminar a su cliente… y, al final, la caótica huida de Michael por los pasillos oscuros de la fábrica.
Cuando llegó a la parte final, el video lo mostró tomando por el cuello a uno de los hombres que lo había emboscado, aplicando una llave mata león hasta que quedó inconsciente en el suelo.
Michael detuvo la reproducción en ese fotograma.
El apartamento quedó en silencio, solo el zumbido de la computadora llenaba el aire.
Michael se inclinó sobre el teclado, los dedos flotando sobre la tecla de recorte.
—¿Lo dejo… o lo corto? —murmuró, hablando consigo mismo—.
Una risa baja escapó de sus labios.
—Si lo dejo, el fiscal se va a retorcer de la rabia… pero también podría usarlo para pintarme como un matón.
Se reclinó en la silla, observando la imagen congelada del hombre inconsciente. Sus ojos brillaron, primero de duda y luego de resolución.
—Bah… —dijo finalmente, sonriendo con un aire desafiante—. Que lo vean todo. Así sabrán que no fue suerte, fue justicia.
Presionó la tecla de guardado y el archivo comenzó a subirse a su servidor seguro. Michael tomó aire, se ajustó los anteojos y murmuró con voz firme:
—Mañana, todo esto será un espectáculo… jajaja me muero por ver la cara de falcone.
#SeductiveSunday
Frente al espejo, comenzó a abotonarse la camisa despacio, casi como si fuera parte de un ritual.
—Damas y caballeros del jurado —murmuró para sí, con una media sonrisa—, permítanme presentarles la evidencia que nadie vio venir…
Encendió su laptop con un golpe teatral sobre la tapa. La pantalla iluminó su rostro, resaltando la expresión de satisfacción que solo un abogado que acaba de ganar media batalla podía tener.
Sacó los anteojos del bolsillo, los conectó y se cruzó de brazos mientras el video empezaba a reproducirse. Allí estaba todo: las reuniones clandestinas, los sobornos, el plan para incriminar a su cliente… y, al final, la caótica huida de Michael por los pasillos oscuros de la fábrica.
Cuando llegó a la parte final, el video lo mostró tomando por el cuello a uno de los hombres que lo había emboscado, aplicando una llave mata león hasta que quedó inconsciente en el suelo.
Michael detuvo la reproducción en ese fotograma.
El apartamento quedó en silencio, solo el zumbido de la computadora llenaba el aire.
Michael se inclinó sobre el teclado, los dedos flotando sobre la tecla de recorte.
—¿Lo dejo… o lo corto? —murmuró, hablando consigo mismo—.
Una risa baja escapó de sus labios.
—Si lo dejo, el fiscal se va a retorcer de la rabia… pero también podría usarlo para pintarme como un matón.
Se reclinó en la silla, observando la imagen congelada del hombre inconsciente. Sus ojos brillaron, primero de duda y luego de resolución.
—Bah… —dijo finalmente, sonriendo con un aire desafiante—. Que lo vean todo. Así sabrán que no fue suerte, fue justicia.
Presionó la tecla de guardado y el archivo comenzó a subirse a su servidor seguro. Michael tomó aire, se ajustó los anteojos y murmuró con voz firme:
—Mañana, todo esto será un espectáculo… jajaja me muero por ver la cara de falcone.
#SeductiveSunday
La puerta del apartamento se cerró con un golpe seco. Michael apoyó la espalda contra ella y dejó escapar un largo suspiro. Sus pasos resonaron en el suelo de madera mientras se dirigía al perchero, se quitaba el saco y lo lanzaba sobre la silla con un gesto cansado pero elegante.
Frente al espejo, comenzó a abotonarse la camisa despacio, casi como si fuera parte de un ritual.
—Damas y caballeros del jurado —murmuró para sí, con una media sonrisa—, permítanme presentarles la evidencia que nadie vio venir…
Encendió su laptop con un golpe teatral sobre la tapa. La pantalla iluminó su rostro, resaltando la expresión de satisfacción que solo un abogado que acaba de ganar media batalla podía tener.
Sacó los anteojos del bolsillo, los conectó y se cruzó de brazos mientras el video empezaba a reproducirse. Allí estaba todo: las reuniones clandestinas, los sobornos, el plan para incriminar a su cliente… y, al final, la caótica huida de Michael por los pasillos oscuros de la fábrica.
Cuando llegó a la parte final, el video lo mostró tomando por el cuello a uno de los hombres que lo había emboscado, aplicando una llave mata león hasta que quedó inconsciente en el suelo.
Michael detuvo la reproducción en ese fotograma.
El apartamento quedó en silencio, solo el zumbido de la computadora llenaba el aire.
Michael se inclinó sobre el teclado, los dedos flotando sobre la tecla de recorte.
—¿Lo dejo… o lo corto? —murmuró, hablando consigo mismo—.
Una risa baja escapó de sus labios.
—Si lo dejo, el fiscal se va a retorcer de la rabia… pero también podría usarlo para pintarme como un matón.
Se reclinó en la silla, observando la imagen congelada del hombre inconsciente. Sus ojos brillaron, primero de duda y luego de resolución.
—Bah… —dijo finalmente, sonriendo con un aire desafiante—. Que lo vean todo. Así sabrán que no fue suerte, fue justicia.
Presionó la tecla de guardado y el archivo comenzó a subirse a su servidor seguro. Michael tomó aire, se ajustó los anteojos y murmuró con voz firme:
—Mañana, todo esto será un espectáculo… jajaja me muero por ver la cara de falcone.
#SeductiveSunday
