El silencio no era completo, crujían las maderas de los soportes, caían piedras sueltas desde lo alto, y el eco lejano de un golpe metálico retumbaba en el interior. No había risas ni voces, solo trabajo y desgaste. Todo el lugar parecía respirar con un ritmo pesado, como un gigante dormido a punto de despertar.
Quien se acercara a esa entrada sabía que no era un lugar de paso, sino un mundo aparte donde la fuerza y la resistencia eran las únicas monedas que valían algo.
Quien se acercara a esa entrada sabía que no era un lugar de paso, sino un mundo aparte donde la fuerza y la resistencia eran las únicas monedas que valían algo.
El silencio no era completo, crujían las maderas de los soportes, caían piedras sueltas desde lo alto, y el eco lejano de un golpe metálico retumbaba en el interior. No había risas ni voces, solo trabajo y desgaste. Todo el lugar parecía respirar con un ritmo pesado, como un gigante dormido a punto de despertar.
Quien se acercara a esa entrada sabía que no era un lugar de paso, sino un mundo aparte donde la fuerza y la resistencia eran las únicas monedas que valían algo.

