ใ…คใ…ค๐’๐ฎ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐ญ๐ข๐ญ๐ข๐จ๐ง ๐š๐ง๐ ๐Ÿ๐ž๐š๐ซ ๐๐ซ๐จ๐ฏ๐ž ๐ญ๐ก๐ž๐ฆ ๐š๐ฅ๐ฅ
ใ…คใ…คใ…ค๐ญ๐จ ๐š๐œ๐œ๐ฎ๐ฌ๐ž ๐ญ๐ก๐ž ๐Ÿ๐ซ๐ข๐ž๐ง๐๐ฌ ๐š๐ง๐ ๐Ÿ๐š๐ฆ๐ข๐ฅ๐ฒ
ใ…คใ…คใ…คใ…ค๐จ๐Ÿ ๐œ๐จ๐ง๐ฌ๐จ๐ซ๐ญ๐ข๐ง๐  ๐ฐ๐ข๐ญ๐ก ๐ญ๐ก๐ž ๐ƒ๐ž๐ฏ๐ข๐ฅ.
ใ…ค๐†๐š๐ญ๐ก๐ž๐ซ๐ข๐ง๐  ๐š๐ซ๐จ๐ฎ๐ง๐ ๐ก๐ฎ๐ ๐ž ๐›๐จ๐ง๐Ÿ๐ข๐ซ๐ž๐ฌ ๐š๐ง๐
ใ…คใ…คใ…คใ…ค๐ซ๐ž๐ฉ๐ž๐š๐ญ๐ข๐ง๐  ๐œ๐ก๐š๐ง๐ญ๐ฌ ๐ฏ๐ข๐ง๐๐ข๐œ๐ญ๐ข๐ฏ๐ž,
ใ…คใ…คใ…ค๐ญ๐ก๐ž ๐ฉ๐จ๐จ๐ซ ๐œ๐ซ๐ž๐š๐ญ๐ฎ๐ซ๐ž๐ฌ ๐ญ๐จ ๐ญ๐ก๐ž ๐Ÿ๐ฅ๐š๐ฆ๐ž๐ฌ.
ใ…ค๐“๐ก๐ž ๐ฅ๐จ๐ฌ๐ญ ๐ฌ๐จ๐ฎ๐ฅ๐ฌ ๐œ๐ซ๐ข๐ž๐ ๐จ๐ฎ๐ญ ๐ข๐ง ๐š๐ ๐จ๐ง๐ฒ ๐š๐ฌ ๐ญ๐ก๐ž
ใ…คใ…คใ…ค๐Ÿ๐ฅ๐š๐ฆ๐ž๐ฌ ๐ ๐ซ๐ž๐ฐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐ž๐ซ ๐š๐ง๐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐ž๐ซ.
ใ…คใ…คใ…ค๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐œ๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐œ๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง!

ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€

Los gritos de sus hermanas retumbaban como ecos de su inminente perdición. No podía verlas, pues sus ojos estaban vendados, pero las escuchaba de manera nítida. El dolor nunca antes había sonado tan aterrador para ella. Ni siquiera el aroma a carne quemándose había sido un detonante para su miedo.

ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ฉ๐’–๐’“๐’ ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰!

Ella era la última, la que encadenaron sobre brazas y restos cadavéricos que aún ardían bajo sus pies descalzos. Quería gritar también, no por el fuego ni por el miedo: era por la ira y el dolor de pérdida. Jamás iban a oírla gritar por otra cosa, nunca le daría el gusto a esos putridos mortales. . .

๐˜”๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ต๐˜ข๐˜ญ๐˜ฆ๐˜ด.

Eso eran nada más. Simples y asquerosos mortales. Ellos no podían ganar. Jamás iban a ganar, estaba convencida de ello.

ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ฉ๐’–๐’“๐’ ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰!

Gritó. Hacia arriba, al cielo oscuro que estaba siendo testigo de aquella matanza; a la luna que contempló cada llama consumiendo piel, carne y huesos; a el mundo, que oyó cada ruido desgarrado desde lo más profundo de sus gargantas. Un grito con intenciones, con palabras que los espectadores no comprendieron, pero los llenó de duda y temor. Un grito que fue una promesa: por las almas de sus hermanas, ella iba a continuar para vengarse. Mireya sería quien daría un fin mucho más cruel a cada persona involucrada, directa o indirectamente.

ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€

ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ถ๐“‰๐’ธ๐’ฝ ๐“‚โ„ฏ ๐’ท๐“Š๐“‡๐“ƒ
ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ž๐’ถ๐“ƒ ๐“Žโ„ด๐“Š ๐’ปโ„ฏโ„ฏ๐“ ๐“‚โ„ฏ
ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ถ๐“‰๐’ธ๐’ฝ ๐’ถ๐“ˆ ๐ผ ๐“‰๐“Š๐“‡๐“ƒ
ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ฝ๐’ถ๐“‰ ๐’นโ„ด ๐“Žโ„ด๐“Š ๐“ˆโ„ฏโ„ฏ

ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€

El fuego empezó a subir desde sus pies, abrazando cada centímetro de ella. El dolor era inimaginable, pero ella siguió recitando a todo pulmón la maldición que tomaría las vidas de ese pueblo, que no dejaría rastro alguno de que alguna vez haya existido. No habría ni descendencia alguna que pudiera contar la historia.

Las llamas se alzaron con la misma furia que ella, ansiosas de poder consumir y devorar todo a su paso. . . y se desbordó. El hambre fue demasiado para poder controlarlo.

Muchos corrieron, gritaron de miedo, pero sus pies eran lentos, demasiado lentos. Nunca iban a poder ser más rápido que el fuego.

No fue la única en quemarse, pero sí la única en vivir para devolver el favor.

ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€

ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ป๐’‰๐’Š๐’” ๐’Š๐’” ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰๐’Š๐’๐’ˆ ๐’‰๐’๐’–๐’“.
ใ…คใ…ค๐’๐ฎ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐ญ๐ข๐ญ๐ข๐จ๐ง ๐š๐ง๐ ๐Ÿ๐ž๐š๐ซ ๐๐ซ๐จ๐ฏ๐ž ๐ญ๐ก๐ž๐ฆ ๐š๐ฅ๐ฅ ใ…คใ…คใ…ค๐ญ๐จ ๐š๐œ๐œ๐ฎ๐ฌ๐ž ๐ญ๐ก๐ž ๐Ÿ๐ซ๐ข๐ž๐ง๐๐ฌ ๐š๐ง๐ ๐Ÿ๐š๐ฆ๐ข๐ฅ๐ฒ ใ…คใ…คใ…คใ…ค๐จ๐Ÿ ๐œ๐จ๐ง๐ฌ๐จ๐ซ๐ญ๐ข๐ง๐  ๐ฐ๐ข๐ญ๐ก ๐ญ๐ก๐ž ๐ƒ๐ž๐ฏ๐ข๐ฅ. ใ…ค๐†๐š๐ญ๐ก๐ž๐ซ๐ข๐ง๐  ๐š๐ซ๐จ๐ฎ๐ง๐ ๐ก๐ฎ๐ ๐ž ๐›๐จ๐ง๐Ÿ๐ข๐ซ๐ž๐ฌ ๐š๐ง๐ ใ…คใ…คใ…คใ…ค๐ซ๐ž๐ฉ๐ž๐š๐ญ๐ข๐ง๐  ๐œ๐ก๐š๐ง๐ญ๐ฌ ๐ฏ๐ข๐ง๐๐ข๐œ๐ญ๐ข๐ฏ๐ž, ใ…คใ…คใ…ค๐ญ๐ก๐ž ๐ฉ๐จ๐จ๐ซ ๐œ๐ซ๐ž๐š๐ญ๐ฎ๐ซ๐ž๐ฌ ๐ญ๐จ ๐ญ๐ก๐ž ๐Ÿ๐ฅ๐š๐ฆ๐ž๐ฌ. ใ…ค๐“๐ก๐ž ๐ฅ๐จ๐ฌ๐ญ ๐ฌ๐จ๐ฎ๐ฅ๐ฌ ๐œ๐ซ๐ข๐ž๐ ๐จ๐ฎ๐ญ ๐ข๐ง ๐š๐ ๐จ๐ง๐ฒ ๐š๐ฌ ๐ญ๐ก๐ž ใ…คใ…คใ…ค๐Ÿ๐ฅ๐š๐ฆ๐ž๐ฌ ๐ ๐ซ๐ž๐ฐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐ž๐ซ ๐š๐ง๐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐ž๐ซ. ใ…คใ…คใ…ค๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐œ๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐œ๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง! ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€ Los gritos de sus hermanas retumbaban como ecos de su inminente perdición. No podía verlas, pues sus ojos estaban vendados, pero las escuchaba de manera nítida. El dolor nunca antes había sonado tan aterrador para ella. Ni siquiera el aroma a carne quemándose había sido un detonante para su miedo. ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ฉ๐’–๐’“๐’ ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰! Ella era la última, la que encadenaron sobre brazas y restos cadavéricos que aún ardían bajo sus pies descalzos. Quería gritar también, no por el fuego ni por el miedo: era por la ira y el dolor de pérdida. Jamás iban a oírla gritar por otra cosa, nunca le daría el gusto a esos putridos mortales. . . ๐˜”๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ต๐˜ข๐˜ญ๐˜ฆ๐˜ด. Eso eran nada más. Simples y asquerosos mortales. Ellos no podían ganar. Jamás iban a ganar, estaba convencida de ello. ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ฉ๐’–๐’“๐’ ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰! Gritó. Hacia arriba, al cielo oscuro que estaba siendo testigo de aquella matanza; a la luna que contempló cada llama consumiendo piel, carne y huesos; a el mundo, que oyó cada ruido desgarrado desde lo más profundo de sus gargantas. Un grito con intenciones, con palabras que los espectadores no comprendieron, pero los llenó de duda y temor. Un grito que fue una promesa: por las almas de sus hermanas, ella iba a continuar para vengarse. Mireya sería quien daría un fin mucho más cruel a cada persona involucrada, directa o indirectamente. ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€ ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ถ๐“‰๐’ธ๐’ฝ ๐“‚โ„ฏ ๐’ท๐“Š๐“‡๐“ƒ ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ž๐’ถ๐“ƒ ๐“Žโ„ด๐“Š ๐’ปโ„ฏโ„ฏ๐“ ๐“‚โ„ฏ ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ถ๐“‰๐’ธ๐’ฝ ๐’ถ๐“ˆ ๐ผ ๐“‰๐“Š๐“‡๐“ƒ ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐’ฒ๐’ฝ๐’ถ๐“‰ ๐’นโ„ด ๐“Žโ„ด๐“Š ๐“ˆโ„ฏโ„ฏ ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€ El fuego empezó a subir desde sus pies, abrazando cada centímetro de ella. El dolor era inimaginable, pero ella siguió recitando a todo pulmón la maldición que tomaría las vidas de ese pueblo, que no dejaría rastro alguno de que alguna vez haya existido. No habría ni descendencia alguna que pudiera contar la historia. Las llamas se alzaron con la misma furia que ella, ansiosas de poder consumir y devorar todo a su paso. . . y se desbordó. El hambre fue demasiado para poder controlarlo. Muchos corrieron, gritaron de miedo, pero sus pies eran lentos, demasiado lentos. Nunca iban a poder ser más rápido que el fuego. No fue la única en quemarse, pero sí la única en vivir para devolver el favor. ใ…คใ…คใ…คโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โŠนโŠฑโ›งโŠฐโŠนโ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€โ”€ ใ…คใ…คใ…คใ…คใ…ค๐‘ป๐’‰๐’Š๐’” ๐’Š๐’” ๐’•๐’‰๐’† ๐’˜๐’Š๐’•๐’„๐’‰๐’Š๐’๐’ˆ ๐’‰๐’๐’–๐’“.
Me gusta
Me encocora
4
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados