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ค๐๐ฎ๐ฉ๐๐ซ๐ฌ๐ญ๐ข๐ญ๐ข๐จ๐ง ๐๐ง๐ ๐๐๐๐ซ ๐๐ซ๐จ๐ฏ๐ ๐ญ๐ก๐๐ฆ ๐๐ฅ๐ฅ
ใ คใ คใ ค๐ญ๐จ ๐๐๐๐ฎ๐ฌ๐ ๐ญ๐ก๐ ๐๐ซ๐ข๐๐ง๐๐ฌ ๐๐ง๐ ๐๐๐ฆ๐ข๐ฅ๐ฒ
ใ คใ คใ คใ ค๐จ๐ ๐๐จ๐ง๐ฌ๐จ๐ซ๐ญ๐ข๐ง๐ ๐ฐ๐ข๐ญ๐ก ๐ญ๐ก๐ ๐๐๐ฏ๐ข๐ฅ.
ใ ค๐๐๐ญ๐ก๐๐ซ๐ข๐ง๐ ๐๐ซ๐จ๐ฎ๐ง๐ ๐ก๐ฎ๐ ๐ ๐๐จ๐ง๐๐ข๐ซ๐๐ฌ ๐๐ง๐
ใ คใ คใ คใ ค๐ซ๐๐ฉ๐๐๐ญ๐ข๐ง๐ ๐๐ก๐๐ง๐ญ๐ฌ ๐ฏ๐ข๐ง๐๐ข๐๐ญ๐ข๐ฏ๐,
ใ คใ คใ ค๐ญ๐ก๐ ๐ฉ๐จ๐จ๐ซ ๐๐ซ๐๐๐ญ๐ฎ๐ซ๐๐ฌ ๐ญ๐จ ๐ญ๐ก๐ ๐๐ฅ๐๐ฆ๐๐ฌ.
ใ ค๐๐ก๐ ๐ฅ๐จ๐ฌ๐ญ ๐ฌ๐จ๐ฎ๐ฅ๐ฌ ๐๐ซ๐ข๐๐ ๐จ๐ฎ๐ญ ๐ข๐ง ๐๐ ๐จ๐ง๐ฒ ๐๐ฌ ๐ญ๐ก๐
ใ คใ คใ ค๐๐ฅ๐๐ฆ๐๐ฌ ๐ ๐ซ๐๐ฐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐๐ซ ๐๐ง๐ ๐ก๐ข๐ ๐ก๐๐ซ.
ใ คใ คใ ค๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง ๐ฐ๐ข๐ญ๐๐ก! ๐๐ฎ๐ซ๐ง!
ใ คใ คใ คโโโโโโโโโนโฑโงโฐโนโโโโโโโโ
Los gritos de sus hermanas retumbaban como ecos de su inminente perdición. No podía verlas, pues sus ojos estaban vendados, pero las escuchaba de manera nítida. El dolor nunca antes había sonado tan aterrador para ella. Ni siquiera el aroma a carne quemándose había sido un detonante para su miedo.
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฉ๐๐๐ ๐๐๐ ๐๐๐๐๐!
Ella era la última, la que encadenaron sobre brazas y restos cadavéricos que aún ardían bajo sus pies descalzos. Quería gritar también, no por el fuego ni por el miedo: era por la ira y el dolor de pérdida. Jamás iban a oírla gritar por otra cosa, nunca le daría el gusto a esos putridos mortales. . .
๐๐ฐ๐ณ๐ต๐ข๐ญ๐ฆ๐ด.
Eso eran nada más. Simples y asquerosos mortales. Ellos no podían ganar. Jamás iban a ganar, estaba convencida de ello.
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฉ๐๐๐ ๐๐๐ ๐๐๐๐๐!
Gritó. Hacia arriba, al cielo oscuro que estaba siendo testigo de aquella matanza; a la luna que contempló cada llama consumiendo piel, carne y huesos; a el mundo, que oyó cada ruido desgarrado desde lo más profundo de sus gargantas. Un grito con intenciones, con palabras que los espectadores no comprendieron, pero los llenó de duda y temor. Un grito que fue una promesa: por las almas de sus hermanas, ella iba a continuar para vengarse. Mireya sería quien daría un fin mucho más cruel a cada persona involucrada, directa o indirectamente.
ใ คใ คใ คโโโโโโโโโนโฑโงโฐโนโโโโโโโโ
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฒ๐ถ๐๐ธ๐ฝ ๐โฏ ๐ท๐๐๐
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐๐ถ๐ ๐โด๐ ๐ปโฏโฏ๐ ๐โฏ
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฒ๐ถ๐๐ธ๐ฝ ๐ถ๐ ๐ผ ๐๐๐๐
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฒ๐ฝ๐ถ๐ ๐นโด ๐โด๐ ๐โฏโฏ
ใ คใ คใ คโโโโโโโโโนโฑโงโฐโนโโโโโโโโ
El fuego empezó a subir desde sus pies, abrazando cada centímetro de ella. El dolor era inimaginable, pero ella siguió recitando a todo pulmón la maldición que tomaría las vidas de ese pueblo, que no dejaría rastro alguno de que alguna vez haya existido. No habría ni descendencia alguna que pudiera contar la historia.
Las llamas se alzaron con la misma furia que ella, ansiosas de poder consumir y devorar todo a su paso. . . y se desbordó. El hambre fue demasiado para poder controlarlo.
Muchos corrieron, gritaron de miedo, pero sus pies eran lentos, demasiado lentos. Nunca iban a poder ser más rápido que el fuego.
No fue la única en quemarse, pero sí la única en vivir para devolver el favor.
ใ คใ คใ คโโโโโโโโโนโฑโงโฐโนโโโโโโโโ
ใ คใ คใ คใ คใ ค๐ป๐๐๐ ๐๐ ๐๐๐ ๐๐๐๐๐๐๐๐ ๐๐๐๐.
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Los gritos de sus hermanas retumbaban como ecos de su inminente perdición. No podía verlas, pues sus ojos estaban vendados, pero las escuchaba de manera nítida. El dolor nunca antes había sonado tan aterrador para ella. Ni siquiera el aroma a carne quemándose había sido un detonante para su miedo.
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฉ๐๐๐ ๐๐๐ ๐๐๐๐๐!
Ella era la última, la que encadenaron sobre brazas y restos cadavéricos que aún ardían bajo sus pies descalzos. Quería gritar también, no por el fuego ni por el miedo: era por la ira y el dolor de pérdida. Jamás iban a oírla gritar por otra cosa, nunca le daría el gusto a esos putridos mortales. . .
๐๐ฐ๐ณ๐ต๐ข๐ญ๐ฆ๐ด.
Eso eran nada más. Simples y asquerosos mortales. Ellos no podían ganar. Jamás iban a ganar, estaba convencida de ello.
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฉ๐๐๐ ๐๐๐ ๐๐๐๐๐!
Gritó. Hacia arriba, al cielo oscuro que estaba siendo testigo de aquella matanza; a la luna que contempló cada llama consumiendo piel, carne y huesos; a el mundo, que oyó cada ruido desgarrado desde lo más profundo de sus gargantas. Un grito con intenciones, con palabras que los espectadores no comprendieron, pero los llenó de duda y temor. Un grito que fue una promesa: por las almas de sus hermanas, ella iba a continuar para vengarse. Mireya sería quien daría un fin mucho más cruel a cada persona involucrada, directa o indirectamente.
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ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐๐ถ๐ ๐โด๐ ๐ปโฏโฏ๐ ๐โฏ
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฒ๐ถ๐๐ธ๐ฝ ๐ถ๐ ๐ผ ๐๐๐๐
ใ คใ คใ คใ คใ คใ คใ ค๐ฒ๐ฝ๐ถ๐ ๐นโด ๐โด๐ ๐โฏโฏ
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El fuego empezó a subir desde sus pies, abrazando cada centímetro de ella. El dolor era inimaginable, pero ella siguió recitando a todo pulmón la maldición que tomaría las vidas de ese pueblo, que no dejaría rastro alguno de que alguna vez haya existido. No habría ni descendencia alguna que pudiera contar la historia.
Las llamas se alzaron con la misma furia que ella, ansiosas de poder consumir y devorar todo a su paso. . . y se desbordó. El hambre fue demasiado para poder controlarlo.
Muchos corrieron, gritaron de miedo, pero sus pies eran lentos, demasiado lentos. Nunca iban a poder ser más rápido que el fuego.
No fue la única en quemarse, pero sí la única en vivir para devolver el favor.
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