Ryu リュウ・イシュタル Ishtar

Anoche, nuestra ruta nos llevó más allá de la ciudad, por carreteras solitarias y un sendero iluminado por farolillos que parecían marcar el camino hacia algo sagrado.

Al final del trayecto, entre raíces antiguas y cintas rojas que danzaban con la brisa, encontramos el árbol milenario. Allí, juntas, escribimos no un deseo, sino una promesa: seguir caminando lado a lado, aunque el camino se oscurezca.

Cuando atamos la cinta, el santuario nos respondió con un murmullo y un río de pétalos cayendo desde lo alto, como si la misma Elune hubiera bendecido nuestro vínculo.

Nos abrazamos bajo su copa, y en ese instante el tiempo desapareció. Solo quedamos nosotras dos, unidas, creando un instante eterno que ni siquiera los dioses podrán borrar.

[Ryu] Anoche, nuestra ruta nos llevó más allá de la ciudad, por carreteras solitarias y un sendero iluminado por farolillos que parecían marcar el camino hacia algo sagrado. Al final del trayecto, entre raíces antiguas y cintas rojas que danzaban con la brisa, encontramos el árbol milenario. Allí, juntas, escribimos no un deseo, sino una promesa: seguir caminando lado a lado, aunque el camino se oscurezca. Cuando atamos la cinta, el santuario nos respondió con un murmullo y un río de pétalos cayendo desde lo alto, como si la misma Elune hubiera bendecido nuestro vínculo. Nos abrazamos bajo su copa, y en ese instante el tiempo desapareció. Solo quedamos nosotras dos, unidas, creando un instante eterno que ni siquiera los dioses podrán borrar.
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