Estaba en la cama, medio recostada entre cojines, con el portátil abierto en una página de vestidos de novia. Angela había salido de viaje esa mañana y la casa se sentía extrañamente silenciosa sin ella. Suspiré, bajando un poco el brillo de la pantalla, cuando el móvil empezó a vibrar a mi lado.
—¿Christina? —murmuré al ver el nombre en la pantalla. Hacía tiempo que no hablábamos desde aquella comida. Dudé un segundo antes de contestar.
—Ale, ¿qué tal? —su voz sonaba ligera, casi alegre.
—Bien… recuperándome todavía, ya sabes. ¿Y tú?
—Todo bien. Te llamaba para saber si tenías planes hoy.
Miré de reojo el portátil y las pestañas abiertas.
—Voy a salir en un rato, tenía pensado mirar vestidos de novia —respondí con naturalidad. Me salió decirlo sin pensar, porque ya era algo que ocupaba gran parte de mi cabeza últimamente.
Hubo un pequeño silencio al otro lado antes de que ella hablara otra vez.
—¿Vestidos de novia? Vaya, eso es grande… ¿y vas sola?
—Sí, Angela está fuera por trabajo.
—Pues… si no te molesta, me apunto —dijo enseguida, como si lo hubiera tenido preparado.
Fruncí el ceño un instante, pero después me encogí de hombros aunque ella no pudiera verme.
—Está bien, no hay problema. Nos vemos en el centro entonces.
Colgué y dejé el móvil en la mesita, apoyando la cabeza contra el cabecero. Había algo raro en la rapidez con la que se ofreció, pero no le di más vueltas. Al fin y al cabo, solo era mirar vestidos.
—¿Christina? —murmuré al ver el nombre en la pantalla. Hacía tiempo que no hablábamos desde aquella comida. Dudé un segundo antes de contestar.
—Ale, ¿qué tal? —su voz sonaba ligera, casi alegre.
—Bien… recuperándome todavía, ya sabes. ¿Y tú?
—Todo bien. Te llamaba para saber si tenías planes hoy.
Miré de reojo el portátil y las pestañas abiertas.
—Voy a salir en un rato, tenía pensado mirar vestidos de novia —respondí con naturalidad. Me salió decirlo sin pensar, porque ya era algo que ocupaba gran parte de mi cabeza últimamente.
Hubo un pequeño silencio al otro lado antes de que ella hablara otra vez.
—¿Vestidos de novia? Vaya, eso es grande… ¿y vas sola?
—Sí, Angela está fuera por trabajo.
—Pues… si no te molesta, me apunto —dijo enseguida, como si lo hubiera tenido preparado.
Fruncí el ceño un instante, pero después me encogí de hombros aunque ella no pudiera verme.
—Está bien, no hay problema. Nos vemos en el centro entonces.
Colgué y dejé el móvil en la mesita, apoyando la cabeza contra el cabecero. Había algo raro en la rapidez con la que se ofreció, pero no le di más vueltas. Al fin y al cabo, solo era mirar vestidos.
Estaba en la cama, medio recostada entre cojines, con el portátil abierto en una página de vestidos de novia. Angela había salido de viaje esa mañana y la casa se sentía extrañamente silenciosa sin ella. Suspiré, bajando un poco el brillo de la pantalla, cuando el móvil empezó a vibrar a mi lado.
—¿Christina? —murmuré al ver el nombre en la pantalla. Hacía tiempo que no hablábamos desde aquella comida. Dudé un segundo antes de contestar.
—Ale, ¿qué tal? —su voz sonaba ligera, casi alegre.
—Bien… recuperándome todavía, ya sabes. ¿Y tú?
—Todo bien. Te llamaba para saber si tenías planes hoy.
Miré de reojo el portátil y las pestañas abiertas.
—Voy a salir en un rato, tenía pensado mirar vestidos de novia —respondí con naturalidad. Me salió decirlo sin pensar, porque ya era algo que ocupaba gran parte de mi cabeza últimamente.
Hubo un pequeño silencio al otro lado antes de que ella hablara otra vez.
—¿Vestidos de novia? Vaya, eso es grande… ¿y vas sola?
—Sí, Angela está fuera por trabajo.
—Pues… si no te molesta, me apunto —dijo enseguida, como si lo hubiera tenido preparado.
Fruncí el ceño un instante, pero después me encogí de hombros aunque ella no pudiera verme.
—Está bien, no hay problema. Nos vemos en el centro entonces.
Colgué y dejé el móvil en la mesita, apoyando la cabeza contra el cabecero. Había algo raro en la rapidez con la que se ofreció, pero no le di más vueltas. Al fin y al cabo, solo era mirar vestidos.
