Nunca imaginé que pudiera sentir algo así. Mi cuerpo duele de maneras que jamás pensé posibles, pero al mismo tiempo es como si cada fibra de mí hubiera despertado a un poder que siempre estuvo ahí, esperando. Mi vista, mis sentidos, todo… es más intenso, más vivo. Cada sonido me atraviesa, cada aroma me llama, y no puedo evitar sentirme parte de algo más grande, más salvaje, más real.
Hay un miedo que no se va del todo; la loba dentro de mí ruge, quiere más de todo: más fuerza, más velocidad, más caza. Es como si finalmente pudiera respirar después de toda una vida de cadenas, aunque esas cadenas fueran mis propias cicatrices.
Me miro al reflejo de un charco y apenas reconozco a la humana que fui. Los ojos son otros, más intensos, más agudos; el cuerpo es fuerte, capaz de cosas que antes ni siquiera imaginaba. Y sin embargo, dentro, sigo siendo yo: la misma Isla que tomó la decisión de esto, la misma que lo ama a él y que eligió convertirse para poder compartir algo que trasciende lo humano.
Siento poder y miedo mezclados, adrenalina y ternura, y una certeza que nunca había tenido: no estoy sola. La loba me pertenece, pero yo también le pertenezco a ella… y a él. Y por primera vez, todo eso no duele, sino que me hace sentir completa.
Hay un miedo que no se va del todo; la loba dentro de mí ruge, quiere más de todo: más fuerza, más velocidad, más caza. Es como si finalmente pudiera respirar después de toda una vida de cadenas, aunque esas cadenas fueran mis propias cicatrices.
Me miro al reflejo de un charco y apenas reconozco a la humana que fui. Los ojos son otros, más intensos, más agudos; el cuerpo es fuerte, capaz de cosas que antes ni siquiera imaginaba. Y sin embargo, dentro, sigo siendo yo: la misma Isla que tomó la decisión de esto, la misma que lo ama a él y que eligió convertirse para poder compartir algo que trasciende lo humano.
Siento poder y miedo mezclados, adrenalina y ternura, y una certeza que nunca había tenido: no estoy sola. La loba me pertenece, pero yo también le pertenezco a ella… y a él. Y por primera vez, todo eso no duele, sino que me hace sentir completa.
Nunca imaginé que pudiera sentir algo así. Mi cuerpo duele de maneras que jamás pensé posibles, pero al mismo tiempo es como si cada fibra de mí hubiera despertado a un poder que siempre estuvo ahí, esperando. Mi vista, mis sentidos, todo… es más intenso, más vivo. Cada sonido me atraviesa, cada aroma me llama, y no puedo evitar sentirme parte de algo más grande, más salvaje, más real.
Hay un miedo que no se va del todo; la loba dentro de mí ruge, quiere más de todo: más fuerza, más velocidad, más caza. Es como si finalmente pudiera respirar después de toda una vida de cadenas, aunque esas cadenas fueran mis propias cicatrices.
Me miro al reflejo de un charco y apenas reconozco a la humana que fui. Los ojos son otros, más intensos, más agudos; el cuerpo es fuerte, capaz de cosas que antes ni siquiera imaginaba. Y sin embargo, dentro, sigo siendo yo: la misma Isla que tomó la decisión de esto, la misma que lo ama a él y que eligió convertirse para poder compartir algo que trasciende lo humano.
Siento poder y miedo mezclados, adrenalina y ternura, y una certeza que nunca había tenido: no estoy sola. La loba me pertenece, pero yo también le pertenezco a ella… y a él. Y por primera vez, todo eso no duele, sino que me hace sentir completa.
