Justo cuando acabó, la llovizna se hizo presente. Las nubes estuvieron grises durante todo el día, pero solo cuando Atlas dio el último golpe se decidieron en romper. Tal vez para poder limpiar la sangre en sus puños y ropa.

No era nada intenso, solo muy pequeñas gotas, pero caían con insistencia. Quedarse mucho tiempo sin cubrirse iba a resultar en mojar a cualquiera. Y aún sabiendo eso, el hombre se sentó contra la pared de ladrillo, viendo los cuerpos inconscientes en el suelo mientras suspiró.

Emboscarlo creyendo que por multitud iban a lograr tumbarlo fue una muy mala idea. Les dio la oportunidad de solo seguir caminando, pero no escucharon.

━¿Qué más van a decir? ━murmuró al apoyar la cabeza en su brazo, cansado. ━Será mi culpa, cuando ustedes fueron los idiotas...