Poco más de tiempo, algún otro apodo de por medio, y Sanemi iba a terminar desquitándose con ese hombre tan molesto. La paciencia nunca había sido su fuerte, y cada palabra añadida era como una chispa cayendo sobre leña seca. Apenas contenía el impulso, con los nudillos tensos y la mirada fija, esperando el momento justo para soltar toda esa rabia contenida. Pedacitos, así mismo lo quería.
Poco más de tiempo, algún otro apodo de por medio, y Sanemi iba a terminar desquitándose con ese hombre tan molesto. La paciencia nunca había sido su fuerte, y cada palabra añadida era como una chispa cayendo sobre leña seca. Apenas contenía el impulso, con los nudillos tensos y la mirada fija, esperando el momento justo para soltar toda esa rabia contenida. Pedacitos, así mismo lo quería.


