Siempre escucho lo mismo: "morir por honor, morir por deber, morir por la causa".
¿Y qué queda después? Una pila de cuerpos que nadie recordará, salvo como un número en un informe.
No me malinterpreten: sé que en este oficio la muerte es compañera de viaje. Desde el primer día nos mentalizan para aceptarla, para abrazarla casi como si fuera un premio.
Pero yo lo vi en carne viva. Vi a mis compañeros caer uno por uno. Vi sus nombres olvidarse en la prisa de la batalla. Y vi cómo el mundo siguió girando sin ellos.
Morir no es difícil. Lo difícil es seguir vivo, cargar con la memoria de los caídos, y hacer que su sacrificio no haya sido una broma cruel.
La gente confunde valentía con estupidez. Prefieren la gloria efímera de una tumba a la incomodidad de vivir con cicatrices.
Pues yo no. No vine aquí a convertirme en cenizas honorables. Vine aquí a cazar demonios… y a seguir respirando cuando el sol amanezca.
Y si alguien cree que eso me hace menos honorable… que lo piense mientras yo aún estoy de pie y ellos no.
¿Y qué queda después? Una pila de cuerpos que nadie recordará, salvo como un número en un informe.
No me malinterpreten: sé que en este oficio la muerte es compañera de viaje. Desde el primer día nos mentalizan para aceptarla, para abrazarla casi como si fuera un premio.
Pero yo lo vi en carne viva. Vi a mis compañeros caer uno por uno. Vi sus nombres olvidarse en la prisa de la batalla. Y vi cómo el mundo siguió girando sin ellos.
Morir no es difícil. Lo difícil es seguir vivo, cargar con la memoria de los caídos, y hacer que su sacrificio no haya sido una broma cruel.
La gente confunde valentía con estupidez. Prefieren la gloria efímera de una tumba a la incomodidad de vivir con cicatrices.
Pues yo no. No vine aquí a convertirme en cenizas honorables. Vine aquí a cazar demonios… y a seguir respirando cuando el sol amanezca.
Y si alguien cree que eso me hace menos honorable… que lo piense mientras yo aún estoy de pie y ellos no.
Siempre escucho lo mismo: "morir por honor, morir por deber, morir por la causa".
¿Y qué queda después? Una pila de cuerpos que nadie recordará, salvo como un número en un informe.
No me malinterpreten: sé que en este oficio la muerte es compañera de viaje. Desde el primer día nos mentalizan para aceptarla, para abrazarla casi como si fuera un premio.
Pero yo lo vi en carne viva. Vi a mis compañeros caer uno por uno. Vi sus nombres olvidarse en la prisa de la batalla. Y vi cómo el mundo siguió girando sin ellos.
Morir no es difícil. Lo difícil es seguir vivo, cargar con la memoria de los caídos, y hacer que su sacrificio no haya sido una broma cruel.
La gente confunde valentía con estupidez. Prefieren la gloria efímera de una tumba a la incomodidad de vivir con cicatrices.
Pues yo no. No vine aquí a convertirme en cenizas honorables. Vine aquí a cazar demonios… y a seguir respirando cuando el sol amanezca.
Y si alguien cree que eso me hace menos honorable… que lo piense mientras yo aún estoy de pie y ellos no.



